lunes, 6 de enero de 2025

Buscar Caminos que Conduzcan a la Vida...


Fuente:  Equipo CEP- Venezuela- www.cepvenezuela.com

Estamos en la Semana de la Epifanía de Señor, es decir, la manifestación de un Dios que se revela a todas las culturas en las personas los Magos-Sabios.

El evangelista Mateo (2, 1-12) presenta la visita de los Magos como un acontecimiento donde convergen intereses diversos y motivaciones contrapuestas: 1) Los Magos-Sabios que buscan a Dios guiados por una estrella que alumbra caminos nuevos. 2) Herodes, quien perturbado por el nacimiento de un Rey, acude a todo tipo de ciencia y adivinación para conjurar el destino. 3) La Estrella, que sirve de guía a quienes buscan realmente la esperanza. Y 4) Jesús junto a su madre María, que se convierten en el punto decisivo de la vida.

Los Magos-Sabios son símbolo de un itinerario (camino) hacia Dios que implica salir del propio amor, querer e interés. Implica que nuestras propias posiciones o posturas y nuestros propios ritmos de vida se abran a una nueva perspectiva más sencilla y más nuclear, capaz de hacer diáfana la existencia humana.
Podemos centrarnos en la figura de los Magos para que nos ayuden a captar los signos y las señales que nos ponen en camino hacia la vida y hacia Dios. Puede que tú y yo nos encontremos representados en alguno de los Magos-Sabios.

El primer Sabio al concluir la ruta de Belén, discurrió: Yo soy quien busca cosmovisiones que expliquen el enigma del mundo, pues represento el saber humano, las ciencias y las teorías. Creí poseer con la ciencia la totalidad del conocimiento. Pero las formulaciones más agudas del saber humano me han conducido a una aldea llamada Belén. Y allí, una luz pequeña como en forma de estrella se ha incrustado en mi sistema de pensamiento. Esa luz ha logrado abrir ventanas que ni siquiera sabía de su existencia. Ahora, después de Belén, puedo ver lo concreto de la vida a través de esa estrella: veo a mis compañeros de ruta, veo al vecino enfermo, veo al anciano que espera un poco de atención, veo al niño de la calle indefenso, veo a mis seres queridos. He comenzado a ver que todo lo que me rodea (la realidad) no está al margen de mis ideas. Son su verdadera esencia.

El segundo Sabio al salir de Belén, exclamó: Yo sólo sé que nada sé. A mí me encanta el silencio, lo sublime. Soy de poco hablar. Me gusta la introspección. Callo y observo con tolerancia lo que pasa a mí alrededor. Creí poseer en el silencio la mayor de las estrellas. Pero he sido conducido a Belén y ando inquieto. No sé explicar esta alegría que llena todo mi ser y hace  que mi mutismo se desborde en palabra grata, palabra amable. Al ver al Niño Jesús, he descubierto el brillo y la profundidad de cada persona. Perdónenme, pero ahora sólo sé que tal gozo no surge de lo grandioso, sino de la simplicidad y calidez que irradia una criatura nacida en tanta pobreza y estrechez. Tanto esplendor ha provocado en mí un gran respeto a las personas, a quienes nunca había dedicado ni un instante de mi silencio. He comprendido que el amor al prójimo es más grande y más significativo que andarse por las alturas espirituales. Es quizás, la verdadera sabiduría y la verdadera aventura del espíritu.

El tercer Sabio al concluir su visita en Belén manifestó: Yo, siendo el tercero de los Magos, no soy tan sistemático, ni tan agudo como mis dos compañeros, porque lo mío es captar la estrella de la vida en el colorido, en la expresión, y en sus despliegues. A mí me abruma la quietud y los silencios exagerados. Me confundo cuando empiezo a escudriñar los misterios del mundo. Yo prefiero vivir el arrebato de la vida y sentirme movido por un ritmo de danza sobrehumano. Pero al llegar a Belén y encontrarme con el recién nacido lleno de tanta frescura y gozo, he sentido mi cuerpo envuelto en una paz que transforma mi frenesí en serenidad y quietud. He aprendido que humana es mi medida y humana mi fiesta. He aprendido que mi alegría y entusiasmo pueden tener mayor consistencia. He descubierto que la mejor danza de la vida, el mejor ritmo, me lo da aquel Niño que con su Luz plenifica toda mi existencia.

Los tres sabios (Reyes-Magos) han entrado en Belén. Todo ha cambiado ante la ternura, calidez y sencillez de Dios hecho hombre. Han contemplado que la humanidad de aquel Niño es la auténtica sabiduría hecha inteligencia benéfica, hecha gesto cercano, hecha ritmo de entrega total.    
Una ayuda para la oración:

Momento contemplativo:

1) Reflexiono el Itinerario del Mago-Sabio 

Como el primer Sabio , reflexiono si mi sabiduría y mis teorías buscan solamente explicar el enigma del mundo o si intentan hacer el mundo más grato y más humano. Que la ciencia que poseamos no sea otra que la coherente y grandiosa forma de crear puentes y abrir ventanas por donde se pueda acceder a la convivencia, a la fraternidad y a la paz. Que todos mis saberes me ayuden a captar la realidad y comprometerme en su transformación. 

2) Medito el Itinerario del Mago-Sabio 

 Como el segundo Sabio, medito si mi observación, silencio e introspección, buscan endiosar lo humano o si hacen que la vida sea más fecunda, más tolerante, más hermana y, por tanto, más divina. Que la capacidad de silencio e introspección nos ayude a ser humildes. Y que nos atrevamos a comunicar en todo momento, incluso en los más complejos, aquella palabra amable que despierta respeto y dignidad. 

3) Contemplo el Itinerario del Mago-Sabio 

Como el tercer Sabio, contemplo si el ritmo y sazón de mi vida se derrocha en beneficio mezquino o si ayudan a disipar las tinieblas y miedos que padecen las personas. Que el propio frenesí se transforme en aquella poderosa fuerza del amor. Y que el fuego que llevamos dentro, encienda muchas lámparas que alumbren nuevos caminos a recorrer para contagiar a todos la alegría y la esperanza. 

(les pido disculpas, si resulto muy largo, pero me pareció que valía la pena compartir todo el texto)


sábado, 4 de enero de 2025

El Misterio de un Dios que sale a Compartir...

-De una Homilía del P, Gerardo Soding

La historia, el prólogo del Evangelio de Juan, nos narra en el principio, no el principio del mundo, sino, el principio eterno de todas las cosas, de todo amor , el misterio de un Dios que sale a compartir esta comunión y que por Amor todo lo crea y por Amor viene a lo creado para establecer Alianza y encuentra una y otra vez el rechazo ‘vino a los suyos y los suyos no la recibieron’ todo ha sido hecho por Dios en su Palabra pero el mundo en la Palabra no lo conoció y entonces Dios decide ante el desconocimiento, ante el rechazo, ante la negación, darse sin reservas, abrirse para socorrer la miseria, dándose a sí mismo en Aquel, su Hijo que ahora se hace carne.

La Palabra hecha carne, para qué? Para que aquellos que se atrevan a tocar su propia carne, la carne débil y frágil de la humanidad que cada uno es, el otro humano que habita en este mismo planeta y comparte el mismo destino, que tiene quizás los mismos sueños y las mismas esperanzas, que ha sufrido las mismas frustraciones y desengaños, las mismas soledades y desencuentros, esto que nos hace ser simplemente y maravillosamente humanos. Esto es lo que Dios ha querido y quiere ser desde la noche Santa de la Navidad hasta el fin en la eterna comunión de la Trinidad.

El pesebre nos dice quien es Dios y quienes somos nosotros, hay un nosotros eterno que ha querido salir de sí hasta el despojo total de la carne y la muerte, para crear un nosotros en esta humanidad, la comunidad en el prólogo de Juan.

Dios ha hecho todo, la Palabra se hizo carne y nosotros hemos visto su Gloria y nosotros hemos conocido y nosotros hemos sabido el Amor que Dios nos tiene y anunciamos este Amor para que la humanidad no sea unos contra otros, unos a pesar de otros, unos lejos de otros, unos esperando que otros los inviten, sino que desde Dios pueda abrirse un nosotros tan grande, tan inmenso como a nosotros nos invita nuestra Santa Trinidad. Este misterio comenzó a brillar en la oscuridad de la gruta de Belén, la luz brilló, algunos no la recibieron sigue en el signo humilde de la carne humana resplandeciendo como Palabra Eterna de Dios…

No tenemos otro mensaje, no tenemos otra alegría, no tenemos otro camino más que un nosotros para crear en nosotros, a partir de todo los que se cierra...

Hoy Dios se abre para no cerrarse nunca, él nos invita en esta Navidad a que anunciemos la mejor noticia, abriéndonos y recibiendo a todos los demás...”