domingo, 6 de abril de 2025

Cuaresma... inclinarse y perdonar...


Escrito por Diego Javier Fares-sj-

Lo que nos narra Juan en este pasaje de la pecadora es cómo logró Jesús atajar y dar vuelta la feroz e incontenible dinámica de un ajusticiamiento: inclinándose.
Ya venían con las piedras en las manos. La mujer se daba por muerta. El impulso con el que le tiran, en medio de su enseñanza en el Templo, a la pecadora, para apedrearla ante sus ojos, parece imposible de contener. La han sorprendido “en el acto mismo de adulterio” y la ley es clara: “a esta clase de mujeres hay que apedrearlas”. Ya tienen cada uno su piedra en la mano y la insistencia para que Jesús se defina es sólo un trámite: la van a apedrear de todas maneras. Jesús no podrá zafar. Será cómplice del ajusticiamiento legal o encubridor.

Acusar, sentenciar, apedrear… Esa es la dinámica. En griego son fuertes las palabras “kategorein” (acusar públicamente, en el ágora o plaza, definiendo bien el crimen), “katekrinein” (juzgar y dar sentencia de muerte de manera inapelable).
Los que traen el caso incontestable para “tener de qué acusar a Jesús” son ese tipo de gente que se alimenta de acusar a los demás, gente para quien el enemigo es la única realidad, porque les permite justificar su poder.

Sean lo que sean como personas la dinámica que siguen es la del diablo, el “Acusador de nuestros hermanos” (Apocalipsis 12, 10: el “Kategor”). La misma palabra que señala una dinámica –la del acusar- tiene un sujeto –el Acusador- que es el que la mantiene activa.

Notemos cómo el pasaje de la adúltera hace oler la misma furia que se desataría después contra el Señor en el juicio y en la Pasión: “lo acusaban con gran vehemencia” dice Lucas (23, 10); lo “acusaban mucho”, dice Marcos (15, 3 y 4) tanto que Pilato asombrado le dice al Señor “No respondes nada? Mira de cuántas cosas te acusan”.

Y las piedras que dejaron caer disimuladamente en aquel momento son las mismas que poco después agarraron para apedrear a Jesús que les dice “Uds. son hijos del Diablo. Mienten como su padre, el Mentiroso” (Jn 8, 44…).

Pero pongamos los ojos en Jesús. El Señor está sentado, enseñando en el Templo. Ha pasado la noche en el monte de los Olivos y al amanecer se presenta en la Casa de su Padre, Casa de Oración y se sienta a enseñar a la gente.

Estamos en el marco de la Fiesta de las Carpas y Jesús que había subido a Jerusalén de incógnito, habla públicamente y divide las opiniones. Muchos creen en él, otros siembran dudas (Jn 7). En este contexto es que le presentan el caso de la mujer adúltera. Y el Señor se revela como Maestro misericordioso que se inclina ante las personas y no yergue como juez implacable de los demás.

La imagen es conmovedora: el Señor “inclinándose hacia el suelo, escribía con el dedo en la tierra”. Dos veces cumple la misma acción y en medio de ambos gestos dice su palabra: “el que de ustedes esté sin pecado que le arroje la primera piedra”. El hecho de escribir (“kategrafein”) en la tierra suena a algo así como “preparar los argumentos de la defensa”. Ellos “dicen su acusación” (kategorein) y Él “escribe… (la defensa)” (kategrafein).

El Señor detiene el impulso del apedreamiento en su misma fuente: hace que cada uno examine su corazón, no sus razones. Que cada uno juzgue si puede ser el primero en llevar a cabo lo que dice la ley. La dinámica de la acusación es del demonio porque con muchas razones, algunas incluso justas, nos lleva a la violencia y a la venganza. 

Esto es lo que el Señor ataja y contiene. Luego se dirige a la mujer y con mucho respeto y delicadeza la pone de pie, no la condena y le dice que “en adelante no peque más”. No le dice “tus pecados están perdonados”. Quizás eso sea tema para un futuro encuentro. Aquí sólo se trata de frenar la violencia de una acusación pública que termina no probando la inocencia de la pecadora ni entrando en su intimidad, sino anulando la causa por falta de quién lleve a cabo la ejecución que ordena la ley. El Señor establece así una especie de subversión de valores y queda en el aire una pregunta: si nadie puede ejecutar la ley ya que nadie está sin pecado cómo se mantendrá el orden. 

Jesús propondrá otro orden, el que nace de la dinámica del perdón. Y para establecerlo, él mismo cargará con la pena por el pecado y pagará todas nuestras deudas. Eso es lo que hace el Señor en la Cruz: posibilita que nos podamos perdonar.

Contra la dinámica de la acusación que gira en torno a los apedreamientos está la dinámica del anuncio que siempre comienza con gestos de inclinarse para servir y para ayudar al otro a ponerse de pie. Una y otra vez...


domingo, 30 de marzo de 2025

Cuaresma... Caminar hacia el Abrazo del Padre...

Escrito por Dolores Aleixandre

"Conocemos la parábola del “hijo pródigo” por la etapa oscura del hijo menor, pero olvidamos que este personaje pasa en la narración por un proceso que desemboca en el momento final en que su padre corre a su encuentro y lo cubre de besos. El verbo griego que usa Lucas (katafilesen) indica efusión, ternura y contacto físico y eso nos permite hablar del “hijo cubierto de besos”.

El itinerario es largo y está colmado de incidencias que recorre antes de fundirse en un abrazo con su padre...

En el principio era el vacío:
Un vacío provocado por la ausencia de alimento y experimentado como hambre (v.16), se convierte en el punto de partida de su deseo de retornar a casa...
A partir de ese momento, toda carencia simbolizada por el hambre, la sed, la fragilidad, la pobreza o la esterilidad, se convierten paradójicamente en ocasión de que Dios vuelque en ese vacío toda su misericordia.

Entrando en sí… (v.18).
Podríamos decir que el hijo menor “entró en su qereb”, un término hebreo que evoca el centro de un ser vivo, lo que hay dentro de él: vísceras, entrañas, interioridad e intimidad. Y a la vez podríamos considerar este indicio como la versión lucana de la recomendación de Mateo sobre la oración: Tú, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, cerrando la puerta, ora a tu Padre que está en lo escondido. Y tu Padre que mira en lo escondido, te recompensará (Mt 6,5-6). En ese espacio íntimo y secreto  donde tomamos las opciones más decisivas, no estamos ya más que bajo la mirada del Padre. Para acceder a él, hay que realizar un desplazamiento de lo exterior a lo interior (entra en ti mismo, entra en tu aposento), y tomar después una decisión de ruptura y separación (cierra la puerta). 

A partir de ahí, se inaugura un nuevo modo de relación con el propio yo: el personaje anterior se ha quedado fuera y el sujeto que está “en lo escondido” ya no está bajo la mirada de otros, sino solamente ante la de ese Padre que es también Madre.

La decisión:
Me pondré en camino hacia la casa de mi padre (v.18) El viaje a la propia interioridad y la transformación que tiene lugar ahí, se verifican en la conversión, en la vuelta a la casa paterna...

El abrazo del Padre: 
Cuando aún estaba lejos, su padre lo vio, y, profundamente conmovido, salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo cubrió de besos. (v.18).

Y mientras que el hijo camina, el padre corre... El abrazo y los besos del padre hicieron innecesario cualquier discurso para su hijo. Estaba naciendo de nuevo, quizá por eso Rembrandt pinta su cabeza hundida en el seno de su padre, como hundiéndose de nuevo para renacer en el útero materno. La declaración del padre sobre lo que ha ocurrido con su hijo, es inequívoca: “Este hijo mío había muerto y ha vuelto a la vida” (v. 24). Estaba aconteciendo aquello que Nicodemo había escuchado de labios de Jesús: “No te extrañe que te diga: tienes que nacer de nuevo” (Jn 3,7). La 1ª Carta de Pedro recoge así esta experiencia: “Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que por su gran misericordia, a través de la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha reengendrado para una esperanza viva…”(1Pe 1,8)

martes, 25 de marzo de 2025

Responder a Dios como María...


Texto de una homilía del Papa:

Hoy nos encontramos ante una de esas maravillas del Señor: ¡María! Una criatura humilde y débil como nosotros, elegida para ser Madre de Dios, Madre de su Creador.

Precisamente mirando a María, me gustaría reflexionar con ustedes sobre tres puntos: primero, Dios nos sorprende, segundo, Dios nos pide fidelidad, tercero, Dios es nuestra fuerza.

1. El primero: Dios nos sorprende.

Ésta la experiencia de la Virgen María: ante el anuncio del Ángel, no oculta su asombro. Es el asombro de ver que Dios, para hacerse hombre, la ha elegido precisamente a Ella, una sencilla muchacha de Nazaret, que no vive en los palacios del poder y de la riqueza, que no ha hecho cosas extraordinarias, pero que está abierta a Dios, se fía de Él, aunque no lo comprenda del todo: “He aquí la esclava el Señor, hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,38). Es su respuesta. Dios nos sorprende siempre, rompe nuestros esquemas, pone en crisis nuestros proyectos, y nos dice: Fíate de mí, no tengas miedo, déjate sorprender, sal de ti mismo y sígueme.

Preguntémonos hoy todos nosotros si tenemos miedo de lo que el Señor pudiera pedirnos o de lo que nos está pidiendo. ¿Me dejo sorprender por Dios, como hizo María, o me cierro en mis seguridades, seguridades materiales, seguridades intelectuales, seguridades ideológicas, seguridades de mis proyectos? ¿Dejo entrar a Dios verdaderamente en mi vida? ¿Cómo le respondo?

2. Dios nos sorprende con su amor

Y nos pide que le sigamos fielmente. Pensemos cuántas veces nos hemos entusiasmado con una cosa, con un proyecto, con una tarea, pero después, ante las primeras dificultades, hemos tirado la toalla. Y esto, desgraciadamente, sucede también con nuestras opciones fundamentales, como el matrimonio. La dificultad de ser constantes, de ser fieles a las decisiones tomadas, a los compromisos asumidos. A menudo es fácil decir “sí”, pero después no se consigue repetir este “sí” cada día. No se consigue a ser fieles.

María ha dicho su “sí” a Dios, un “sí” que ha cambiado su humilde existencia de Nazaret, pero no ha sido el único, más bien ha sido el primero de otros muchos “sí” pronunciados en su corazón tanto en los momentos gozosos como en los dolorosos; todos estos “sí” culminaron en el pronunciado bajo la Cruz. Piensen hasta qué punto ha llegado la fidelidad de María a Dios: hasta ver a su Hijo único en la Cruz. La mujer fiel, de pie, destruida dentro, pero fiel y fuerte.

Y yo me pregunto: ¿Soy un cristiano a ratos o soy siempre cristiano? La cultura de lo provisional, de lo relativo entra también en la vida de fe. Dios nos pide que le seamos fieles cada día, en las cosas ordinarias, y añade que, a pesar de que a veces no somos fieles, Él siempre es fiel y con su misericordia no se cansa de tendernos la mano para levantarnos, para animarnos a retomar el camino, a volver a Él y confesarle nuestra debilidad para que Él nos dé su fuerza. Es éste el camino definitivo, siempre con el Señor, también en nuestras debilidades, también en nuestros pecados. Jamás caminar sobre el camino de lo provisional. Esto sí mata. La fe es fidelidad definitiva, como aquella de María.

3. Dios es nuestra fuerza. 

Miremos a María: después de la Anunciación, lo primero que hace es un gesto de caridad hacia su anciana pariente Isabel; y las primeras palabras que pronuncia son: “Proclama mi alma la grandeza del Señor”, o sea, un cántico de alabanza y de acción de gracias a Dios no sólo por lo que ha hecho en Ella, sino por lo que ha hecho en toda la historia de salvación. Todo es don suyo. Si nosotros podemos entender que todo es don de Dios, ¡cuánta felicidad hay en nuestro corazón! Todo es don suyo ¡Él es nuestra fuerza! ¡Decir gracias es tan fácil, y sin embargo tan difícil! ¿Cuántas veces nos decimos gracias en la familia? Es una de las palabras claves de la convivencia. "Permiso", "disculpa", "gracias": si en una familia se dicen estas tres palabras, la familia va adelante. "Permiso", "perdóname", "gracias". ¿Cuántas veces decimos "gracias" en familia? ¿Cuántas veces damos las gracias a quien nos ayuda, se acerca a nosotros, nos acompaña en la vida? ¡Muchas veces damos todo por descontado! Y así hacemos también con Dios. Es fácil dirigirse al Señor para pedirle algo, pero ir a agradecerle...

sábado, 22 de marzo de 2025

Dios Jardinero...

Este texto ha sido escrito por Miguel Tombilla Martínez

En la parábola de este III domingo de Cuaresma, en el corazón de este camino hacia la Pascua, nos encontramos con un relato en el que Jesús rompe la unión entre castigo y que pecado. 

Comienza con la noticia de los galileos que fueron ejecutados por Pilato y los 18 que fueron sepultados por la caída de una torre en Siloé. Muchos pensaban que la muerte violenta era el precio de sus pecados, pero Jesús rompe esta relación falsa con una parábola en la que él mismo se convierte en jardinero. 

Una higuera plantada en un viñedo que lleva tres años sin dar un triste fruto. El dueño, cansado de la esterilidad, le pide al viñador que la corte para poder utilizar ese lugar y plantar algo que dé fruto. Y aquí se sitúa lo más sorprendente: el viñador, contra toda lógica, insiste para que la higuera permanezca. Él mismo se encargará de cavar y abonar. Él mismo regalará sus cuidados al árbol bueno que no daba frutos. Una intercesión cuidadosa que, suponemos (el relato no lo dice), regala un tiempo precioso a la higuera y compromete al Hijo del hombre en su cuidado. 

Tres años sin fruto y, a pesar de ello, Dios se empecina en seguir insistiendo con el mimo que sólo Él puede prodigar, a fondo perdido y confiando en que la savia haga brotar los higos benéficos para la higuera y los seres humanos. 

Dios jardinero de nuestras esterilidades y cansancios, de nuestro pecado y tristeza. Dios de los tres años de mimos y de los tres días de sepulcro que hace brotar la vida del sepulcro asesino y convierte la esterilidad del palo de la cruz en árbol de fruto increíble. 

Dios jardinero que sale a nuestro encuentro, amoroso siempre, rompiendo la triste relación entre pecado y muerte. 

sábado, 15 de marzo de 2025

La revelación de ternura que lo transfigura todo

Escrito por Eloi Leclecr, El Reino escondido. Sal Terrae -1997-

"El relato evangélico de la Transfiguración sólo nos entregará su secreto si renunciamos a saber lo que aquel día ocurrió realmente y cómo se desarrollaron los hechos. Sólo así podemos tener la esperanza de acceder al sentido profundo de lo que aquí se evoca. La Transfiguración deja entonces de ser un acontecimiento aparte en la vida de Jesús, una especie de «espectáculo» maravilloso, porque en realidad constituye una misma cosa con el anuncio del Reino; de hecho, es ese mismo anuncio, que de pronto se ilumina en su realidad más profunda a partir de lo que Jesús vive en su más estricta intimidad, en su relación con el Padre. 

A lo largo de toda su enseñanza, y especialmente en las parábolas, Jesús había presentado el Reino de Dios poniendo el acento en su carácter oculto. El Reino viene, se ha acercado; pero no se manifiesta externamente de forma llamativa, no tiene nada de espectacular ni de sensacional. Está escondido, no en el misterio del más allá, sino aquí mismo. Oculto bajo el velo de lo cotidiano, se inserta en el desarrollo de la vida diaria como la levadura en la masa. Está presente en el centro mismo del mundo familiar de cada cual: el de las actividades de cada día, el de las penas y las alegrías de todos. A los fariseos que le preguntan por la venida del Reino y por los signos que permitirán reconocerlo, Jesús les responde: «El Reino de Dios viene sin dejarse sentir. Y no dirán: "'Véanlo aquí o allá", porque el Reino de Dios ya está entre ustedes» (Lc 17,20-21). Por tanto, el Reino viene sin ser advertido por quienes sólo esperan señales extraordinarias y fantásticas. 

Pero, aunque esté escondido en un presente absolutamente cotidiano y familiar, el Reino no es en modo alguno una realidad cotidiana y familiar. Es una cercanía enteramente nueva de Dios al mundo, una presencia maravillosa, inesperada, insuperable; una revelación de ternura que lo transfigura todo, de forma que quien la acoge puede decir con toda verdad: «¡Qué bueno es estar aquí...!» Con su venida, la existencia más ordinaria queda transfigurada en todas sus relaciones, penetrada y transportada por el aliento de misericordia y ternura que viene del Padre, a través de esa relación singular y única, toda intimidad, que Jesús mantiene con el Padre. Nada ha cambiado exteriormente. Sin embargo, todo se vive de manera diferente: a la luz del Hijo amado. De este modo, el anuncio del Evangelio es todo él transfiguración.

sábado, 8 de marzo de 2025

El Tiempo de la Tentación es un tiempo que posibilita que Maduremos en el Amor...

Este texto fue escrito por la hna LÓPEZ VILLANUEVA RSCJ

Nadie quiere pasar una prueba, ni verse en la tesitura de tener que aceptar algo que no le agrada, nadie quiere tener que enfrentar un momento difícil y a todos nos cuesta perder algo…Pero todas estas situaciones se dan en nuestra vida. Las tentaciones le vienen a Jesús cuando se trata de elegir lo que es más cómodo, lo que cuesta menos esfuerzo, lo que va a tener más brillo y valoración. Una manera de relacionarse donde no se sitúe abajo, o al lado, sino en el centro de la escena y arriba, donde él gane siempre. Son registros que conoce nuestro ego, ¿quién no se ha vivido autocentrado en muchos momentos, pensando que lo más importante es eso que nos pasa a nosotros? 

Me ayuda saber que el tiempo de la tentación es también un tiempo de posibilidad, de gracia. Jesús sale de esta prueba fortalecido en el amor y con la vida apoyada totalmente en Dios y no en sus propias capacidades.

Cuando nos experimentemos tentados de tomar caminos que nos alejen de nuestro barro humano, de nuestra hambre más honda, de la necesidad que tenemos de tejer nuestra vida junto a otros… es también la ocasión de que el amor arraigue en nosotros, pues madura y se aquilata en circunstancias difíciles. 

La soledad del desierto no sólo está poblada de aullidos, también acontece allí el susurro de una voz que quiere suavizar y confortar el corazón.

Texto de Mariola López Villanueva rscj

miércoles, 5 de marzo de 2025

Caminemos Juntos en la Esperanza - Mensaje de Cuaresma 2025 - Papa Francisco

 


Caminemos juntos en la esperanza

Queridos hermanos y hermanas:

Con el signo penitencial de las cenizas en la cabeza, iniciamos la peregrinación anual de la santa cuaresma, en la fe y en la esperanza. La Iglesia, madre y maestra, nos invita a preparar nuestros corazones y a abrirnos a la gracia de Dios para poder celebrar con gran alegría el triunfo pascual de Cristo, el Señor, sobre el pecado y la muerte, como exclamaba san Pablo: «La muerte ha sido vencida. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está tu aguijón?» ( 1 Co 15,54-55). Jesucristo, muerto y resucitado es, en efecto, el centro de nuestra fe y el garante de nuestra esperanza en la gran promesa del Padre: la vida eterna, que ya realizó en Él, su Hijo amado (cf. Jn 10,28; 17,3) [1].

En esta cuaresma, enriquecida por la gracia del Año jubilar, deseo ofrecerles algunas reflexiones sobre lo que significa caminar juntos en la esperanza y descubrir las llamadas a la conversión que la misericordia de Dios nos dirige a todos, de manera personal y comunitaria.

Antes que nada, caminar. El lema del Jubileo, “Peregrinos de esperanza”, evoca el largo viaje del pueblo de Israel hacia la tierra prometida, narrado en el libro del Éxodo; el difícil camino desde la esclavitud a la libertad, querido y guiado por el Señor, que ama a su pueblo y siempre le permanece fiel. No podemos recordar el éxodo bíblico sin pensar en tantos hermanos y hermanas que hoy huyen de situaciones de miseria y de violencia, buscando una vida mejor para ellos y sus seres queridos. Surge aquí una primera llamada a la conversión, porque todos somos peregrinos en la vida. Cada uno puede preguntarse: ¿cómo me dejo interpelar por esta condición? ¿Estoy realmente en camino o un poco paralizado, estático, con miedo y falta de esperanza; o satisfecho en mi zona de confort? ¿Busco caminos de liberación de las situaciones de pecado y falta de dignidad? Sería un buen ejercicio cuaresmal confrontarse con la realidad concreta de algún inmigrante o peregrino, dejando que nos interpele, para descubrir lo que Dios nos pide, para ser mejores caminantes hacia la casa del Padre. Este es un buen “examen” para el viandante.

En segundo lugar, hagamos este viaje juntos. La vocación de la Iglesia es caminar juntos, ser sinodales [2]. Los cristianos están llamados a hacer camino juntos, nunca como viajeros solitarios. El Espíritu Santo nos impulsa a salir de nosotros mismos para ir hacia Dios y hacia los hermanos, y nunca a encerrarnos en nosotros mismos [3]. Caminar juntos significa ser artesanos de unidad, partiendo de la dignidad común de hijos de Dios (cf. Ga 3,26-28); significa caminar codo a codo, sin pisotear o dominar al otro, sin albergar envidia o hipocresía, sin dejar que nadie se quede atrás o se sienta excluido. Vamos en la misma dirección, hacia la misma meta, escuchándonos los unos a los otros con amor y paciencia.

En esta cuaresma, Dios nos pide que comprobemos si en nuestra vida, en nuestras familias, en los lugares donde trabajamos, en las comunidades parroquiales o religiosas, somos capaces de caminar con los demás, de escuchar, de vencer la tentación de encerrarnos en nuestra autorreferencialidad, ocupándonos solamente de nuestras necesidades. Preguntémonos ante el Señor si somos capaces de trabajar juntos como obispos, presbíteros, consagrados y laicos, al servicio del Reino de Dios; si tenemos una actitud de acogida, con gestos concretos, hacia las personas que se acercan a nosotros y a cuantos están lejos; si hacemos que la gente se sienta parte de la comunidad o si la marginamos [4]. Esta es una segunda llamada: la conversión a la sinodalidad.

En tercer lugar, recorramos este camino juntos en la esperanza de una promesa. La esperanza que no defrauda (cf. Rm 5,5), mensaje central del Jubileo [5], sea para nosotros el horizonte del camino cuaresmal hacia la victoria pascual. Como nos enseñó el Papa Benedicto XVI en la Encíclica Spe salvi, «el ser humano necesita un amor incondicionado. Necesita esa certeza que le hace decir: “Ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro” ( Rm 8,38-39)» [6]. Jesús, nuestro amor y nuestra esperanza, ha resucitado [7], y vive y reina glorioso. La muerte ha sido transformada en victoria y en esto radica la fe y la esperanza de los cristianos, en la resurrección de Cristo.

Esta es, por tanto, la tercera llamada a la conversión: la de la esperanza, la de la confianza en Dios y en su gran promesa, la vida eterna. Debemos preguntarnos: ¿poseo la convicción de que Dios perdona mis pecados, o me comporto como si pudiera salvarme solo? ¿Anhelo la salvación e invoco la ayuda de Dios para recibirla? ¿Vivo concretamente la esperanza que me ayuda a leer los acontecimientos de la historia y me impulsa al compromiso por la justicia, la fraternidad y el cuidado de la casa común, actuando de manera que nadie quede atrás?  

Hermanas y hermanos, gracias al amor de Dios en Jesucristo estamos protegidos por la esperanza que no defrauda (cf. Rm 5,5). La esperanza es “el ancla del alma”, segura y firme [8]. En ella la Iglesia suplica para que «todos se salven» ( 1 Tm 2,4) y espera estar un día en la gloria del cielo unida a Cristo, su esposo. Así se expresaba santa Teresa de Jesús: «Espera, espera, que no sabes cuándo vendrá el día ni la hora. Vela con cuidado, que todo se pasa con brevedad, aunque tu deseo hace lo cierto dudoso, y el tiempo breve largo» ( Exclamaciones del alma a Dios, 15, 3) [9].

Que la Virgen María, Madre de la Esperanza, interceda por nosotros y nos acompañe en el camino cuaresmal.

 

Roma, San Juan de Letrán, 6 de febrero de 2025, memoria de los santos Pablo Miki y compañeros, mártires.

     FRANCISCO

 

___________________

[1] Cf. Carta enc. Dilexit nos (24 octubre 2024), 220.

[2] Cf. Homilía en la Santa Misa por la canonización de los beatos Juan Bautista Scalabrini y Artémides Zatti (9 octubre 2022).

[3] Cf. ibíd.

[4] Cf. ibíd.

[5] Cf. Bula Spes non confundit, 1.

[6] Carta enc. Spe salvi (30 noviembre 2007), 26.

[7] Cf. Secuencia del Domingo de Pascua.

[8] Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1820.

[9] Ibíd., 1821.

 

sábado, 15 de febrero de 2025

Las Bienaventuranzas, nos presentan el Rostro de la Persona que se Convierte en Radicalmente Humana, Amiga, Hermana...

Fuente: Centro de Espiritualidad y Pastoral - Venezuela-

Es muy consoladora, la invitación a reflexionar en lo que fundamenta la auténtica felicidad, para que lleguemos a ser hombres y mujeres apasionados por la vida, con alegría, forjadores de esperanza. Personas que sabemos estar al lado del que sufre y celebrar con los que están contentos.

El evangelio de Mateo (5, 1-12) presenta el rostro de la persona que se convierte en radicalmente humana, amiga, hermana. Una persona que no vive para sí ni se repliega sobre sus propios intereses, sino que está empeñada en crear fraternidad. Por eso comienza diciendo este evangelio: felices los pobres que tienen espíritu: a ellos les pertenece el cielo. Nunca serán pobres. De su corazón, su mente y sus manos, siempre saldrá la vida.

Hacerse radicalmente humano requiere fe, confianza, apuesta, generosidad. Jesús ha mostrado el modo de lograrlo, abajándose hasta la indigencia humana para levantarla a la dignidad y a la comunión. Las bienaventuranzas son la ruta. Por ello nos invitan a comenzar por erradicar el sutil egoísmo que manipula la vida, incluso lo sagrado, convirtiendo en el pedestal la propia autoafirmación y complacencia. 

Ser humano a plenitud equivale a ser compasivo, misericordioso. Una compasión y misericordia que se convierte en la fuerza interior que mueve a los hombres y mujeres que tienen espíritu. Jesús les llamará dichosos, porque se han hecho libres de sí mismos y por eso liberan a otros. No viven de modo pasivo sino con una actividad que recrea la tierra.

No es fácil actuar distinto a lo que manda el comercio, la moda o la propaganda. Incluso, no es fácil actuar con generosidad en ambientes donde predominan los intereses propios. Sin embargo, hay quienes descubren la felicidad que produce devolver la dignidad al pobre, saciar el hambre de pan al necesitado, atender con la propia ternura al que sufre, al enfermo, al triste. Más aún, hay quienes mantienen su compromiso de construir la justicia y la paz.

El que quiera ser feliz ha de salir de sí mismo, renunciando a convertirse en el centro o el importante, y renunciando también a instrumentalizar a las personas y al abuso del poder. Lo propio del amor y de la felicidad consiste en vivir libres, incluso de sí mismo, para hacer partícipes a los demás de lo que uno es y posee.

Bienaventurado significa la máxima expresión de la bendición de Dios. Será bienaventurado o feliz, quien venza las barreras que impiden crecer en unión y se lance al encuentro auténtico con los demás. Será feliz quien tenga la libertad de salvar siempre al otro antes que a sus propias convicciones, ideologías o puntos de vista. Así podrá experimentar la dicha de asemejarse a Jesús.

Te invito a terminar con esta poesía:
Seremos Felices:

Si avivamos el espíritu que nos hace vencer las barreras que impiden la alegría, la ternura, la bondad, la amistad, la solidaridad, 
la esperanza y la paz.

Si rompemos nuestra comodidad, y nos comprometemos con los marginados, los enfermos y los tristes, poniendo a su disposición cuanto somos y tenemos.

Si nos atrevemos a ir contra corriente, por estar junto a la gente, sin miedo, sin desconfianza, con libertad y audacia para salvar a la persona antes que a nuestras convicciones y puntos de vista.

Si nos situamos allí donde nuestra finalidad no sea ganar más, sino servir mejor, haciéndonos solidarios de los que son más frágiles o tienen menos oportunidades.

Si sobrepasamos las barreras deshumanizadoras, haciéndonos cercanos a mujeres y hombres de cualquier raza, ideología, religión, lengua, cultura o condición social.

Si creemos en la locura de cambiar este mundo de guerras, violencias, desigualdades e injusticias por una nueva humanidad.
 (G.A)

domingo, 9 de febrero de 2025

Pescados a tiempo

Pescados a tiempo

“Pescadores de hombres” es una metáfora difícil.
Siempre he admirado a los que tienen la gracia de “pescarnos para Jesús”.
Si se mira de afuera pareciera que tiene trampa: pescar a otro, engancharlo…, como que deja un gustito a que no se respeta la libertad. La imagen del pez coleteando desesperado y ensartado en el anzuelo no es para nada marquetinera.

Y sin embargo, muchos de los que vivimos desde adentro el haber sido pescados para Cristo (no lo digo de todo el mundo pero sí personalmente y también de muchos otros que conozco), agradeceremos eternamente a aquel que se animó a echarnos el ojo, mostrarnos el anzuelo y pegar el tirón que nos sacó de nuestro mar de cavilaciones y nos metió de cabeza en una misión del reino de la cual nos enamoramos y ya no volvimos más atrás.

Meditando la dificultad de la metáfora – no queda bien esto de ser “pescado”, más bien el mensaje debe ser confirmarle a cada uno que es un derecho suyo inalienable decidir sobre su vida, imaginar su futuro, realizar sus capacidades…- siento que el Señor la eligió a propósito: para que no queden dudas de que “no lo elegimos nosotros a Él sino que fue Él el que nos eligió a nosotros”.

Y aquí hay que detenerse y contemplar varias cosas.
La primera que elegí es el dibujito de Fano –esa Trinidad con Eucaristía y Palabra- remando alegre en la barquita de Pedro. Se nos pesca para entrar allí.
Cuando Pablo, en la segunda lectura, dice que “el tiempo apremia” utiliza “sys-tello” que significa “contracto”. El tiempo se contrae, se angosta (de ahí la angustia), se reduce, se va como agua por el sumidero. Esto no significa que ya viene el fin del mundo sino que es una característica propia del tiempo humano todo el tiempo: siempre es corto, se hace corto, como que se reduce y se escurre entre los dedos.
Jesús en cambio nos habla de un tiempo pleno al que uno puede acceder como salvado de un naufragio: “conviértanse y crean en esta buena noticia: que el tiempo se ha cumplido y es un tiempo pleno: el reino de Dios se ha vuelto cercano”.
Puesto en clave temporal: somos pescados de un tiempo que se agota, de un lago cuya agua se escurre por el desagüe…, a un tiempo pleno, a un tiempo “de Cielo”, que no se agota ni contrae sino que se expande y se dilata sin fin.

 Que te pesquen de un lago que se seca y te enseñen a “evolucionar” como evolucionaron los primeros peces que salieron del agua, y a vivir del Aire –del Espíritu- es una gracia.
Que te pesquen del mar de dudas y cavilaciones en el que estás preso, mientras se te pasa el tiempo y no terminás de saber bien qué hacer que valga la pena, y te zambullan en interior de esa barquita en la que Rema la Trinidad, es una gracia.

Nos pescaron a la Vida desde esa Interioridad, desde esos dos Corazones que son un solo Corazón. Que Ellos hayan acercado su Tiempo Pleno y lo hayan metido a navegar en nuestra historia de tiempo angosto, y que uno se pueda subir a esa barquita en la que reman mar adentro y realizan pescas milagrosas, es una gracia que no tiene palabras.

El amor no es sino tiempo – tiempo gastado en los demás y con los demás-. Al fin y al cabo es el único tiempo que no se te pasó, que está enterito y rebosante dando Vida a tu corazón. Y paradójicamente, el tiempo gastado así, es el Tiempo Pleno, la Vida eterna que le dicen.

domingo, 2 de febrero de 2025

Fiesta de la Presentación del Señor :"Transformar la Vida en Bendición..."

La autora de este texto es hna Dolores Aleixandre -RSCJ-

"El Señor visita su templo: se acerca con la debilidad de un niño, no para juzgar a los que no cumplen la ley, sino para someterse él mismo a ella. La ofrenda que pagan por él se ofrece a Aquel que, en su Hijo, lo ha entregado todo. Los dos ancianos que vivían, como el verdadero Israel, vigilantes y a la espera, se dan cuenta ahora de que ha sido Dios quien los ha precedido y por eso Simeón exclama: 
«¡Mis ojos han visto la salvación que has preparado!» (Lc 2, 30). 

Ana deja atrás como caducos el culto y los ayunos porque ahora se le ha aproximado Aquel a quien servía y esperaba. La obediencia creyente les ha dado una percepción penetrante para descifrar las nuevas señales que ofrece Dios, ocultas en lo más común y ordinario, en la normalidad de la vida cotidiana. Y, a pesar de la humildad de sus manifestaciones, escuchan una llamada a la conversión que les «atraviesa el corazón». Ya no hay ángeles en esta escena: la difusión de la buena noticia ha pasado a actores humanos y estos se convierten en gente capaz de bendecir a Dios y «bien decir» de la vida. Y su mensaje nos anuncia que es la mirada atenta a la realidad, junto con la escucha silenciosa de la Palabra pronunciada sobre ella, lo que puede transformar la vida en bendición".

sábado, 25 de enero de 2025

La Caricia "Empeñativa" del Espíritu...

Te quiero comentar que este texto a sido escrito por Miguel Tombilla

En este domingo aparece ante nuestra vida las palabras de Isaías pronunciadas por Jesús en ese pequeño pueblo de agua y pesca tan amado por el Mesías: Galilea.

Isaías vuelve a ser verdad en su mensaje de liberación: los ciegos filtran de nuevo la luz y las formas saliendo de su oscuridad, los oprimidos aprenden a gustar una nueva libertad de poder tocar a los seres amados, los pobres (siempre olvidados) pueden esperanzarse porque Dios mismo se les regala y se anuncia un año de gracia en el que todas las deudas (esas del Padrenuestro) son canceladas.

Una nueva posibilidad de empezar de nuevo, de no arrojar la toalla diciendo que todo va a seguir siendo igual, de escapar del “siempre va a ser así, no vale la pena hacer nada” que tanto interesa al poder (tantos poderes de ayer y de hoy) que creamos ciegamente.

Esta liberación de Isaías que en Jesús se despereza ya para siempre es la que nos permite ser cristianos: seguidores del Maestro que sigue empeñado en la verdad de la fraternidad, en el sueño galileano de una libertad para las que nunca la pudieron disfrutar, de un amor pequeño a la altura de la nariz de un niño que se admira del caminar de un caracol con la nariz a la altura de la hierba…

Liberación real que realizó, realiza y realizará la Iglesia, por la caricia empeñativa del Espíritu, en todas las épocas.

Y estas palabras, quieren ser un homenaje a todos ellos, mujeres y hombres de Espíritu que no hacen ruido pero que siguen cristalizando la liberación anunciada en esa sinagoga de Galilea olvidada de todos los Jerusalenes con grandes templos de compra-venta de Dios. Homenaje a aquellos que dan gratis lo que saben que gratis recibieron rompiendo la trágica cadena del aprovecharse de los demás o de cobrar hasta la más triste palabra que suele ser orden.

A tantos hombres y mujeres con nombre y apellidos empeñados en liberar-se y que, a veces, pierden la batalla a los ojos de los que triunfan: GRACIAS, porque sois hoy caricia del Espíritu.

Este texto a sido escrito por Miguel Tombilla

sábado, 18 de enero de 2025

Un vino mejor

 

Escrito por  Martín Descalzo -de su libro: Vida y Misterio de Jesús de Nazaret-

La vida pública de Jesús comienza con una fiesta. Porque el anuncio de la buena nueva sólo puede empezar con un estallido de alegría. Cristo no puede presentarse ante los hombres como un aguafiestas que viene a rebajar el vino de la alegría humana. El trae un vino mejor, no una tinaja de aburrimiento.

Jesús llega a un mundo triste y aburrido y entra en él por la ya casi olvidada puerta de la alegría.
Porque Cana no fue una celebración mística, sino una gran fiesta humana.

Para un judío una boda era siempre algo cargado de sentido: a través del amor se peremnizaban las promesas hechas por  Dios a su pueblo. Por eso sus cantos y sus bailes nunca separaban la alegría humana de la religiosa. Eran como dos rostros de una misma y sagrada alegría.

A Jesús le gustaba aquella alegría ingenua de los invitados a la boda. Y entra en ella dispuesto a sumarse al gozo común. Más tarde, en su predicación, el recuerdo de bodas y banquetes reaparecerá como signo del Reino de Dios:
  • Un rey invitará a la boda de su hijo, y ese rey será Dios.
  • Unas vírgenes esperarán la llegada del esposo, y el esposo será él.
  • Y, como festejo del pecado perdonado, no se le ocurrirá otro gozo más  grande que el del Padre que manda  matar el   becerro cebado.
Y él mismo se presenta como el esposo en torno de quien debe haber fiesta perpetua y en cuyo honor no deben ayunar los amigos.

Sí, un mensajero extraño este profeta de la alegría…(hasta aquí Martin Descalzo)

Te invito a sentir y  gustar la letra de esta canción:

Celebra la vida


No sé si soñaba, no sé si dormía, pero una voz me dijo: celebra la vida. Piensa libremente, ayuda a la gente, y por lo que quieras lucha y sé paciente. Lleva poca carga, a nada te aferres, porque en este mundo nada es para siempre. Búscate una estrella que sea tu guía, no hieras a nadie, reparte alegría.

Celebra la vida, celebra la vida, que nada se guarda, que todo se brinda. Celebra la vida, celebra la vida, segundo a segundo y todos los días. Y si alguien te engaña al decir "Te Quiero", pon más leña al fuego y empieza de nuevo. No dejes que caigan tus sueños al suelo, que mientras más amas más cerca está el cielo.

Grita contra el odio, contra la mentira, que la guerra es muerte, y la paz es vida. Celebra la vida, celebra la vida y deja en la tierra tu mejor semilla. Celebra la vida, celebra la vida, que es mucho más vida cuando tú la cuidas.

(Cf. Axel Fernando)



sábado, 11 de enero de 2025

Dejarnos bautizar con Jesús...y aceptar el nombre nuevo...

Escrito por Dolores Aleixandre, RSCJ -de su libro: Contar a Jesús-

"En el Bautismo Jesús toma conciencia de su identidad, se le revela -por decirlo en lenguaje moderno- su “código genético”: es alguien bendecido, agraciado e incondicionalmente querido. A partir de ese momento, su relación con Dios estará hecha de deslumbramiento, asombro, pura receptividad y dependencia filial.
  • Tomar esta Palabra, como Palabra para nuestro mi HOY...
Dejarnos bautizar con Jesús supone aceptar el nombre nuevo que Dios ha soñado para nosotros desde toda la eternidad. Estamos llamados a acoger con asombro agradecido que nos diga: Tú eres mi hijo/hija, te he llamado por tu nombre, tu eres mío/mía. Eres alguien bendecido, eres mi hijo amado, tu nombre está tatuado en la palma de mis manos,  eres único y el Pastor te reconoce por tu nombre.
  • Para entrar en la oración con Jesús...
Acércate a Jesús en un rato de oración, desciende con él al Jordán, siéntete dentro de la escena, “pégate a él” y escucha como pronunciadas también sobre ti las palabras del Padre: Tú eres mi hijo querido, mi predilecto.. Deja que la seguridad de ser así amado  y elegido te llegue más hondo que cualquier sentimiento de culpabilidad, desconfianza o recelo. Y a partir de tu condición de hijo amado, siéntete abrigado y a salvo, envuelto en la protección cálida de un amor que te acoge y te posibilita la existencia y el crecimiento.
  • Puedes hacer  tuyas las palabras del Salmo 103:
"Como un padre siente ternura por sus hijos, 
así el Señor siente ternura por sus fieles
porque él conoce de qué estamos hechos, 
se acuerda de que somos de barro...”

Para terminar, quédate saboreando...

ERES MI HIJO/A AMADO/A

Tú eres mi hija/o, a quien sostengo; mi elegida/o, a quien prefiero. 
Sobre ti pongo mi Espíritu. 
Yo, el Señor, te he llamado, te he tomado de la mano,
 para que abras los ojos de los ciegos y liberes a los cautivos, 
para que saques gente de las tinieblas, 
sanes a los heridos, consueles a los tristes y acompañes al afligido.

Yo, el Señor, te he formado y te he cuidado, para que celebres alegrías aun en medio del desierto, para que a ninguno niegues tu mano, 
para que seas palabra certera en todo des-acierto. 

Que representes cielos abiertos. Te brindes noble, sincera/o, limpia/o de todo. 
Borres tristezas y los efectos que deja el odio. 
Para que ames la vida y la construyas con tu trabajo:
y para que a lo cotidiano lo vuelvas sagrado.


lunes, 6 de enero de 2025

Buscar Caminos que Conduzcan a la Vida...


Fuente:  Equipo CEP- Venezuela- www.cepvenezuela.com

Estamos en la Semana de la Epifanía de Señor, es decir, la manifestación de un Dios que se revela a todas las culturas en las personas los Magos-Sabios.

El evangelista Mateo (2, 1-12) presenta la visita de los Magos como un acontecimiento donde convergen intereses diversos y motivaciones contrapuestas: 1) Los Magos-Sabios que buscan a Dios guiados por una estrella que alumbra caminos nuevos. 2) Herodes, quien perturbado por el nacimiento de un Rey, acude a todo tipo de ciencia y adivinación para conjurar el destino. 3) La Estrella, que sirve de guía a quienes buscan realmente la esperanza. Y 4) Jesús junto a su madre María, que se convierten en el punto decisivo de la vida.

Los Magos-Sabios son símbolo de un itinerario (camino) hacia Dios que implica salir del propio amor, querer e interés. Implica que nuestras propias posiciones o posturas y nuestros propios ritmos de vida se abran a una nueva perspectiva más sencilla y más nuclear, capaz de hacer diáfana la existencia humana.
Podemos centrarnos en la figura de los Magos para que nos ayuden a captar los signos y las señales que nos ponen en camino hacia la vida y hacia Dios. Puede que tú y yo nos encontremos representados en alguno de los Magos-Sabios.

El primer Sabio al concluir la ruta de Belén, discurrió: Yo soy quien busca cosmovisiones que expliquen el enigma del mundo, pues represento el saber humano, las ciencias y las teorías. Creí poseer con la ciencia la totalidad del conocimiento. Pero las formulaciones más agudas del saber humano me han conducido a una aldea llamada Belén. Y allí, una luz pequeña como en forma de estrella se ha incrustado en mi sistema de pensamiento. Esa luz ha logrado abrir ventanas que ni siquiera sabía de su existencia. Ahora, después de Belén, puedo ver lo concreto de la vida a través de esa estrella: veo a mis compañeros de ruta, veo al vecino enfermo, veo al anciano que espera un poco de atención, veo al niño de la calle indefenso, veo a mis seres queridos. He comenzado a ver que todo lo que me rodea (la realidad) no está al margen de mis ideas. Son su verdadera esencia.

El segundo Sabio al salir de Belén, exclamó: Yo sólo sé que nada sé. A mí me encanta el silencio, lo sublime. Soy de poco hablar. Me gusta la introspección. Callo y observo con tolerancia lo que pasa a mí alrededor. Creí poseer en el silencio la mayor de las estrellas. Pero he sido conducido a Belén y ando inquieto. No sé explicar esta alegría que llena todo mi ser y hace  que mi mutismo se desborde en palabra grata, palabra amable. Al ver al Niño Jesús, he descubierto el brillo y la profundidad de cada persona. Perdónenme, pero ahora sólo sé que tal gozo no surge de lo grandioso, sino de la simplicidad y calidez que irradia una criatura nacida en tanta pobreza y estrechez. Tanto esplendor ha provocado en mí un gran respeto a las personas, a quienes nunca había dedicado ni un instante de mi silencio. He comprendido que el amor al prójimo es más grande y más significativo que andarse por las alturas espirituales. Es quizás, la verdadera sabiduría y la verdadera aventura del espíritu.

El tercer Sabio al concluir su visita en Belén manifestó: Yo, siendo el tercero de los Magos, no soy tan sistemático, ni tan agudo como mis dos compañeros, porque lo mío es captar la estrella de la vida en el colorido, en la expresión, y en sus despliegues. A mí me abruma la quietud y los silencios exagerados. Me confundo cuando empiezo a escudriñar los misterios del mundo. Yo prefiero vivir el arrebato de la vida y sentirme movido por un ritmo de danza sobrehumano. Pero al llegar a Belén y encontrarme con el recién nacido lleno de tanta frescura y gozo, he sentido mi cuerpo envuelto en una paz que transforma mi frenesí en serenidad y quietud. He aprendido que humana es mi medida y humana mi fiesta. He aprendido que mi alegría y entusiasmo pueden tener mayor consistencia. He descubierto que la mejor danza de la vida, el mejor ritmo, me lo da aquel Niño que con su Luz plenifica toda mi existencia.

Los tres sabios (Reyes-Magos) han entrado en Belén. Todo ha cambiado ante la ternura, calidez y sencillez de Dios hecho hombre. Han contemplado que la humanidad de aquel Niño es la auténtica sabiduría hecha inteligencia benéfica, hecha gesto cercano, hecha ritmo de entrega total.    
Una ayuda para la oración:

Momento contemplativo:

1) Reflexiono el Itinerario del Mago-Sabio 

Como el primer Sabio , reflexiono si mi sabiduría y mis teorías buscan solamente explicar el enigma del mundo o si intentan hacer el mundo más grato y más humano. Que la ciencia que poseamos no sea otra que la coherente y grandiosa forma de crear puentes y abrir ventanas por donde se pueda acceder a la convivencia, a la fraternidad y a la paz. Que todos mis saberes me ayuden a captar la realidad y comprometerme en su transformación. 

2) Medito el Itinerario del Mago-Sabio 

 Como el segundo Sabio, medito si mi observación, silencio e introspección, buscan endiosar lo humano o si hacen que la vida sea más fecunda, más tolerante, más hermana y, por tanto, más divina. Que la capacidad de silencio e introspección nos ayude a ser humildes. Y que nos atrevamos a comunicar en todo momento, incluso en los más complejos, aquella palabra amable que despierta respeto y dignidad. 

3) Contemplo el Itinerario del Mago-Sabio 

Como el tercer Sabio, contemplo si el ritmo y sazón de mi vida se derrocha en beneficio mezquino o si ayudan a disipar las tinieblas y miedos que padecen las personas. Que el propio frenesí se transforme en aquella poderosa fuerza del amor. Y que el fuego que llevamos dentro, encienda muchas lámparas que alumbren nuevos caminos a recorrer para contagiar a todos la alegría y la esperanza. 

(les pido disculpas, si resulto muy largo, pero me pareció que valía la pena compartir todo el texto)


sábado, 4 de enero de 2025

El Misterio de un Dios que sale a Compartir...

-De una Homilía del P, Gerardo Soding

La historia, el prólogo del Evangelio de Juan, nos narra en el principio, no el principio del mundo, sino, el principio eterno de todas las cosas, de todo amor , el misterio de un Dios que sale a compartir esta comunión y que por Amor todo lo crea y por Amor viene a lo creado para establecer Alianza y encuentra una y otra vez el rechazo ‘vino a los suyos y los suyos no la recibieron’ todo ha sido hecho por Dios en su Palabra pero el mundo en la Palabra no lo conoció y entonces Dios decide ante el desconocimiento, ante el rechazo, ante la negación, darse sin reservas, abrirse para socorrer la miseria, dándose a sí mismo en Aquel, su Hijo que ahora se hace carne.

La Palabra hecha carne, para qué? Para que aquellos que se atrevan a tocar su propia carne, la carne débil y frágil de la humanidad que cada uno es, el otro humano que habita en este mismo planeta y comparte el mismo destino, que tiene quizás los mismos sueños y las mismas esperanzas, que ha sufrido las mismas frustraciones y desengaños, las mismas soledades y desencuentros, esto que nos hace ser simplemente y maravillosamente humanos. Esto es lo que Dios ha querido y quiere ser desde la noche Santa de la Navidad hasta el fin en la eterna comunión de la Trinidad.

El pesebre nos dice quien es Dios y quienes somos nosotros, hay un nosotros eterno que ha querido salir de sí hasta el despojo total de la carne y la muerte, para crear un nosotros en esta humanidad, la comunidad en el prólogo de Juan.

Dios ha hecho todo, la Palabra se hizo carne y nosotros hemos visto su Gloria y nosotros hemos conocido y nosotros hemos sabido el Amor que Dios nos tiene y anunciamos este Amor para que la humanidad no sea unos contra otros, unos a pesar de otros, unos lejos de otros, unos esperando que otros los inviten, sino que desde Dios pueda abrirse un nosotros tan grande, tan inmenso como a nosotros nos invita nuestra Santa Trinidad. Este misterio comenzó a brillar en la oscuridad de la gruta de Belén, la luz brilló, algunos no la recibieron sigue en el signo humilde de la carne humana resplandeciendo como Palabra Eterna de Dios…

No tenemos otro mensaje, no tenemos otra alegría, no tenemos otro camino más que un nosotros para crear en nosotros, a partir de todo los que se cierra...

Hoy Dios se abre para no cerrarse nunca, él nos invita en esta Navidad a que anunciemos la mejor noticia, abriéndonos y recibiendo a todos los demás...”