sábado, 18 de noviembre de 2017

1ra Jornada Mundial de los Pobres = El Pobre es Cristo...

Escrito por Diego Fares sj

El Pobre es Cristo
Para preparar el corazón a la I Jornada Mundial de los pobres, nada mejor que escuchar 
de uno de los grandes santos de nuestro tiempo, el jesuita chileno San Alberto Hurtado , esa frase que en sus labios suena tan verdadera como interpelante: “El pobre es Cristo”. 

Hurtado precisaba bien el evangelio y lo bajaba a la realidad de la calle: “El pobre cartonero, el lustrabotas... La mujercita con tuberculosis, la que tiene piojos, es Cristo. El borracho... ¡no nos escandalicemos, es Cristo! ¡Insultarlo! ¡Burlarse de él! Despreciarlo, ¡es despreciar a Cristo! ¡¡Lo que hiciereis al menor, a mí me lo hacéis!! Esta es la razón del nombre “Hogar de Cristo” .

  Al final de su vida expresaba su último anhelo: “Al partir, volviendo a mi Padre Dios, me permito confiarles un último anhelo: el que se trabaje por crear un clima de verdadero amor y respeto al pobre, porque el pobre es Cristo. "Lo que hiciereis al más pequeñito, a mí me lo hacéis" (Mt 25,40). El Hogar de Cristo, fiel a su ideal de buscar a los más pobres y abandonados para llenarlos de amor fraterno, ha continuado con sus Hospederías de hombres y mujeres, para que aquellos que no tienen dónde acudir, encuentren una mano amiga que los reciba”.

Núcleo del cristianismo

Sin saber que su vida terminaría pronto, Hurtado quería escribir algo acerca de lo que él llamaba “el sentido del pobre”. Se lo confió a su amigo Arturo Gaete: 
“Si oye algo de mi salud, sepa que estoy mejor después de un mes de reposo en el puerto [de Valparaíso]. Espero escribir este verano (¿o comenzar?) algo sobre el sentido del pobre. Yo creo que allí está el núcleo del cristianismo y cada día hay más resistencia e incomprensión a todo lo que dice pobreza. ¿Conoce algo bueno sobre esto?”

El proyecto quedó trunco como tal, pero podemos encontrar lo que significa “El sentido del pobre” para Hurtado en toda su obra y su vida. 

El sentido del pobre tiene que ver con lo concreto de la encarnación 

“Ser cocinero, fogonero, no es menos noble que ser escritor, poeta o abogado. ¿De dónde viene la excelencia de estas profesiones intelectuales? Del falso concepto platónico, pagano, de la mayor importancia de lo abstracto sobre lo concreto. Pero ese concepto lo echó por tierra la Encarnación, que es un hecho bien concreto, y da origen a una vida de hechos con las más humildes realidades”.

El sentido del pobre es algo en lo que todos debemos ser educados

“Esta educación del respeto debe irse adquiriendo desde la primera infancia: respeto de los hermanos entre sí, respeto con los sirvientes, respeto a los pobres, los mendigos y hasta a los borrachos”.

Hurtado describe este sentido del pobre como: "sentir sus dolores, sus angustias, como propios, no descansando mientras esté en nuestras manos ayudarlos. Desear el contacto con el pobre, sentir dolor de no ver a un pobre que representa para nosotros Cristo". 
Es una frase muy densa. Hay que desmenuzarla. Comenzamos por el final: Desear el contacto con el pobre, sentir dolor de no ver a un pobre que representa para nosotros Cristo. 

La señal de que “veo” a Cristo en una persona pobre sería “el deseo” de estar en contacto. 

Si no siento ese deseo sino el contrario –si me lo quiero sacar de encima o mantenerlo a cierta distancia-, entonces viene la indicación de “sentir dolor de no verlo a Cristo”, caer en la cuenta de que, si lo viera, desearía el contacto. 

Todos tenemos experiencia de haber sentido como gracia, en algún momento de nuestra cercanía con alguna persona pobre, el consuelo de la presencia del Señor. Cuando no lo sentimos, Hurtado con pedagogía divina nos lleva no a lamentarnos diciendo: “vi a Cristo y no lo serví”, sino a decir: “no lo vi”, por eso no sentí deseo de acercarme.  

Patroncitos

Hurtado hablaba de tener una “devoción cariñosa por el pobre”. Hablando a los voluntarios de la Fraternidad traducía esta devoción así: 

«Preocúpense que haya respeto al pobre: sus camas, que no falten cucharas, platos, etc. Trabajen por la dignidad del pobre, es Cristo a quien sirven. Que haya en el Hogar contacto con el pobre, vayan a Chorrillos, busquen al pobre con amor y respeto... Que no se desvirtúe esa llama de caridad del Hogar de Cristo para convertirse en una caridad fría». 

En la fraternidad hacen un “voto de obediencia al pobre”, a quien llaman “patroncitos”. Esto debe llevarnos a reflexionar qué concreto que es lo de que el pobre es Cristo que uno se puede ligar con voto a obedecerlo. No sabría explicarlo en teoría pero doy testimonio de que ví este voto vivido en la práctica. Me impresionó muchísimo en las hospederías en Chile, que visité hace algunos años, ver en los laicos este trato de verdadera obediencia al pobre. 

Recuerdo cómo trataba un guardia a un hombre en total estado de ebriedad al que, junto con otro voluntario, iban conduciendo hacia un lugar especial en la hospedería porque estaba muy alcoholizado y no podía ingresar a las habitaciones. La imagen que me quedó fue que lo llevaban aparte como si fuera el jefe de una empresa que se hubiera emborrachado y los empleados lo llevaran aparte tratando de no avergonzarlo a él y de que otros no se burlaran. Quiero decir que lo llevaban con un respeto que se tiene a un jefe. 

Otra actitud que me llamó la atención fue la paciencia infinita y cariñosa con que un colaborador escuchaba las quejas de un patroncito. Por dar una imagen diría que tenía el respeto de un empleado de telefónica, que no pierde la compostura, junto con el cariño de un hermano mayor que escucha a uno más chiquitito. Quiero decir que se juntaban cosas que normalmente no van juntas. Eran voluntarios comunes y me impresionó que no daban la sensación de estar haciendo algo especial o forzado: el espíritu les nacía espontáneamente. Obedecían al pobre en el mismo gesto de tener que indicarle algo y ponerle límites.

sábado, 11 de noviembre de 2017

Mantener en todo momento nuestras lámparas encendidas será una de las claves para ponernos a tono con el tiempo de Dios...


Fuente de este texto: Centro de Pastoral y Espiritualidad (CEP) -Venezuela- 

Este Domingo, la Liturgia nos invita, a través de la parábola de las diez vírgenes, a estar atentos al tiempo de la vida, al de las personas y al de Dios.

El evangelista Mateo (25,1-13) comienza diciendo que diez jóvenes salieron al encuentro del esposo, pero no todas estaban listas. Cinco de ellas no estaban del todo a punto. En el momento de la llegada del esposo perdieron la oportunidad de entrar a la fiesta, de entrar a la misma vida. Y es que la puerta se cerró. Es decir: no hubo más tiempo.

Pudiéramos conformarnos solamente con reflexionar sobre lo beneficioso de ser previsor y lo problemático de ser descuidado, o peor aún, hacer una valoración moral sobre la petición de las jóvenes que se quedaron sin aceite y la actitud de las que no compartieron el suyo. Pero reduciríamos el Evangelio a simple sentido común o al “deber ser”. La Buena Noticia de Dios es mucho más que prudencia o recta actuación.

La parábola de las jóvenes previsoras y descuidadas es una alerta sobre nuestra capacidad de estar atentos al tiempo de Dios y al tiempo de la vida. Y es que Dios, y también las realidades más hermosas como la amistad, la alegría, la ternura en la familia, etc., tienen su propio tiempo.

En forma sencilla pero directa, este Evangelio nos dice que el tiempo de Dios, así como el tiempo de las cosas más sublimes, no es simplemente como nuestros tiempos o ritmos. Por eso es un tiempo que nos delata, porque pone en evidencia la verdad de nuestra existencia. Hace que queden al descubierto lo que hay realmente en nuestra mente y en nuestro corazón.

Mantener en todo momento nuestras lámparas encendidas será una de las claves para ponernos a tono con el tiempo de Dios. Y para esto necesitamos un olfato fino que sólo se logra mediante el discernimiento y una sensibilidad modulada que solo se alcanza a partir del sentir y gustar internamente. En definitiva, necesitamos que dentro de nosotros mismos haya vida.

Este olfato fino y esta sensibilidad modulada nos colocan en la lógica del tiempo de Dios, que se mueve al ritmo de la novedad, porque Dios no tiene día ni hora. Sólo hay que estar abierto, despierto, atento. Dios no se deja atrapar por nuestros convencionalismos, intereses o caprichos. 

Si quieres participar de la fiesta de Dios, atrévete a entrar en sintonía con Él, entrando en sintonía con los demás y con la creación. Arriésgate a experimentar la novedad que te ofrece Dios cada día. Y sobre todo, mantén encendida la lámpara de tu fe para que captes de verdad el tiempo de la vida y de Dios.

sábado, 4 de noviembre de 2017

CAMBIAR PODER POR SERVICIO


Texto anonimo  (si llegan a conocer al autor, por favor enviarme el nombre en un comentario. Gracias)

Cambiar poder por servicio es renunciar a quedarse todo para sí mismo.                                           
                                             Provoca desprendimiento.

Cambiar poder por servicio hace captar los gozos y las penas de los demás.                                       
                                             Habilita la escucha.

Cambiar poder por servicio coloca en un nivel inferior del que está el otro.                                       
                                             Fortalece la humildad.

Cambiar poder por servicio permite hallar el modo de vivir a gusto.                                   
                                             Consolida la alegría.

Cambiar poder por servicio permite estar atento a todos y en beneficio de todos.                               
                                             Libera el amor.

Cambiar poder por servicio logra evitar todo tipo de dominio.
                                             Construye fraternidad.

Cambiar poder por servicio es dialogar tú a tú, sin reservas, sin miedo.                                         
                                             Crea confianza.

Cambiar poder por servicio engrandece al pequeño, fortalece al débil.                                         
                                             Limpia el pasado y presente.

Cambiar poder por servicio elimina la obsesión de tener, de saber y poder.                                         
                                             Transforma lo humano.

Cambiar poder por servicio da prioridad a la persona y no a la estructura.
                                              Hace cristianos.

Cambiar poder por servicio deja en la intemperie toda seguridad.         
                                             Da libertad.

Cambiar poder por servicio engendra familia, hace comunidad, despliega misión.
                                             Provoca vida.

Cambiar poder por servicio hace creíble nuestra vida y el reino que predicamos.
                                             Siembra Evangelio.