martes, 18 de octubre de 2016

En la oración emerge nuestra imagen de Dios...

Escrito por Dolores Aleixandre rscj

Las lecturas de hoy parecen pretender que se despierte en nosotros el deseo de autenticidad para atrevernos a ser lo que somos, a reconocerlo, a aceptar nuestra humilde condición y, desde esa verdad que es la nuestra, entrar en relación con Dios. 

Es entonces cuando quedamos justificadas porque hemos adoptado la única postura justa y solo sobre la solidez de esa tierra podemos asentar nuestros pies. 

Pero si pretendemos escapar de ahí y queremos apoyarnos en lo que llamamos méritos o poderes del yo, el suelo se tambalea bajo nuestros pies y la comunicación con el Dios que ama la verdad en lo íntimo del ser, queda frustrada. 

En la oración emerge nuestra imagen de Dios
  • ¿Será alguien que necesita de nuestras cualidades para querernos? 
  • ¿Se parecerá a un contable que apunta nuestros méritos? 

También aparece la imagen que tenemos de nosotros mismos: el erguirse del fariseo sobre sus pretendidas cualidades y virtudes, su manera de situarse como por derecho propio en el ámbito de lo sacro, contrasta con la postura humilde del publicano que se queda fuera y se inclina con reverencia ante su Dios.

Los dos personajes conviven en nuestro interior: la elección nos corresponde a cada uno de nosotros. 

Y también el repetir una y otra vez: Ten compasión de mí, Señor, que soy un pecador…

Dolores Aleixandre rscj

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