sábado, 20 de abril de 2013

SABOREAR LA RESURRECCIÓN...

Queridos amigas y amigos de ESPIRITUALIDAD COTIDIANA,  siguiendo con nuestro camino Pascual, me pareció lindo, que pudiéramos tomarnos unos minutos para sentir y gustar , es decir, animarnos a saborear  la Resurrección en nuestra vida, para que la Vida en Abundancia que el Pastor Bello, -que en una  traducción mas fiel en griego es kalos que se traduce mas fielmente como Bello-, nos regala siga haciendo de cada uno de nosotros hombres y mujeres abandonados en la Manos del Padre, sabiendo que es el mejor lugar en el que podemos descansar...                                                                                                                                  

El texto que les dejo, es de Ana María Días, psicóloga chilena.

  • Saborear la Resurrección de Jesús quiere decir aventurarse con valentía en nuestra geografía interna, reconociendo, aceptando, integrando y renovando todo lo que somos, experimentando el gozo de creer que es posible vivir nuestra intimidad sin fracturas.
  • Saborear la Resurrección de Jesús quiere decir volver a aceptar todos los vínculos en los que la vida nos ha tejido, revitalizando, nuestra fe en el gozo de amar y en la urgencia de PERDONAR.
  • Saborear la Resurrección de Jesús quiere decir renovar nuestra fidelidad a nuestros sueños. Ello nos permite refrescar las esperanzas y volcarlas en una incansable búsqueda por expandir LA FRATERNIDAD, LA JUSTICIA, LA BONDAD, LA VERDAD, EL BIEN Y LA BELLEZA.
  • Saborear la Resurrección de Jesús quiere decir fortalecer las certezas y las convicciones mas hondas, las mismas que nos ponen a salvo de los riesgos de la rutina, el ritualismo, la superficialidad ingenua o de la amargura y el rencor del fracaso.
  • Saborear la Resurrección de Jesús quiere decir gozar la calidez de aquella PRESENCIA PATERNAL que nos vuelve a depositar amorosamente en la vida, que nos quiere VIVOS, cuyo amor nos precede, y en el que siempre podremos saciar nuestra necesidad de confiar en ver sanar todas nuestras heridas, tanto íntimas e individuales como públicas y colectivas.
Ana María Días, Psicóloga Chilena

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