Escrito por Dolores Aleixandre rscj
El Jordán es el lugar más bajo de la tierra y es precisamente ahí donde Jesús recibe el bautismo: era el sitio más adecuado para el que había escogido estar entre nosotros como un Siervo.
Salió del agua como el Ungido, el Predilecto, el Amado, el Consolado, el Enviado a compartir con otros lo recibido. Comenzó a caminar por Galilea derrochando esa incomprensible energía que posee el amor que, cuanto más se gasta, más crece. Curar era su manifestación preferida a la hora de amar.
Acogía los gritos y las lágrimas de la gente más abatida y con el aliento de su voz reanimaba sus vidas que casi se apagaban: “Ánimo, no tengas miedo, yo no te condeno, ven conmigo, tus pecados te son perdonados, levántate, vete en paz...”
Se detenía ante ellos, les escuchaba, les hacía preguntas:
- “¿Qué quieres que haga por vos?
- ¿A quién buscas?
- ¿De qué vienen hablando?
- ¿Quieres curarte?
- ¿Ves algo?
- ¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?
- ¿Quién me ha tocado el manto?
- ¿Quién soy yo para ustedes?”...
Su luz iluminaba los ojos de los ciegos, su libertad se contagiaba a los que vivían cautivos.
Al que ahora se sabía Hijo, todos se le habían vuelto hermanos.
Muy lindo, gracias!!!
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