El ser humano ha intentado siempre correr tras la felicidad y no siempre ha podido alcanzarla. El primer secreto para divisar la meta de la felicidad será reconocer que ésta se encuentra en la vivencia de las cosas sencillas y cotidianas de ahí la importancia de definir con la mayor claridad nuestro proyecto personal de vida procurando siempre que sus ejes centrales sean la práctica del bien, la generosidad, el servicio a los demás y la fe.
Estoy
convencido que la ansiedad y la prisa son las mayores causantes de infelicidad
y desdicha. Ya comentaban los escritores sagrados expertos en vida interior que
la mayor amenaza para la espiritualidad es la prisa. Con mucha frecuencia nos
encontramos con personas crispadas, que contagian tensión. Es necesario aprender
a controlar bien los nervios, a respirar bien, a dormir lo suficiente, para
encarar la vida con un sano optimismo realista sin perder el humor que tanta
salud nos genera.
La felicidad
también exige cierto ejercicio de higiene mental aceptando lo bueno y lo malo
del pasado, no permitiendo que el futuro te inquiete y viviendo siempre un
presente de plenitud en el que la alegría de vivir sea una constante. Si te lo
propones, puedes entrenar tu corazón para ser positivo, tener éxito y ver
belleza y bondad en cuanto hagas o te suceda.
Es verdad que
la felicidad siempre camina de la mano de la verdad. La mentira y la falsedad,
antes o después, acabarán por llevarte a la ruina física y moral. Disfruta, sin
doblez, cada día de lo que eres y de lo que tienes, pero sobre todo, disfruta
sabiendo que con tu proyecto de vida y tu trabajo contribuyes a que otros sean
menos desgraciados o un poco más felices.
Busca siempre,
en cada lugar, en cada momento, ante cualquier persona, la paz, la serenidad y
el equilibrio interior como el don más preciado. Sólo desde el sosiego del
espíritu se puede acceder a la verdadera felicidad. Disfruta de la Naturaleza
rebosante de vida, de verdad, de bondad, y de belleza: ámala con todas tus
fuerzas, llénate de ella y vívela. Nada enriquece tanto como la práctica del
perdón y sentir los éxitos y felicidad de los demás como propios. Y jamás te
olvides de perdonarte, de tratarte con ternura, de valorarte, de ser tu propio
mejor amigo y de aceptarte como eres. No hagas depender tu felicidad de lo que
los demás piensen y digan de ti. La felicidad auténtica, en verdad, está dentro
de ti...
Me gusto,lo que leí, Gracias por compartir tan buenas coordenadas de vida.
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