“Contemplar el Rostro de Cristo y contemplarlo con María; este el
“programa” que he indicado a la Iglesia
en el alba del tercer milenio,
invitándola a remar mar adentro
en las aguas de la historia con el entusiasmo de la nueva evangelización.”
Navegar mar adentro del evangelio, es, navegar mar adentro de las aguas de la historia, y que al igual que los
discípulos que descubren en su noche de pesca que no han sacado del mar
ningún pez y que el fracaso es muy elocuente; también nosotros muchas veces
estamos tentados de lavar las redes para guardarlas… sin embargo hoy tenemos esta provocación que nos
hace Jesús: “Navega mar adentro y echa las redes”…
Navega mar adentro del Evangelio y echa las redes…
Navega mar adentro de las aguas de la historia y echa las redes…y
así podrás descubrir mi presencia cotidiana caminando con la humanidad… Para
que todos podamos “recorrer como hermanos este camino que nos lleva al Padre”.
La aventura de navegar hacia el propio corazón
Al
aventurarnos a navegar mar adentro del Evangelio, notaremos que vamos
navegando hacia el centro de nuestro corazón, al centro más íntimo de nuestro
ser, a ese lugar en donde se nos plantean los interrogantes más profundos donde nos sentimos pobres,
sufrientes, perseguidos, necesitados de misericordia, con anhelos de ser
simples, puros, dulces; hambreados y sedientos de certezas que alumbren la
oscuridad del camino para encontrar la voluntad de Dios y que nos ayuden
mansamente a ser “artesanos de la paz”…
Navegar
mar adentro del Evangelio es aventurarnos hacia ese lugar de encuentro con el
Corazón de Jesús; ese lugar donde nuestras almas afligidas y agobiadas
encontrarán alivio. Para llegar a ese
“aula-corazón de Jesús” donde se nos enseña el secreto de la vida nueva; donde
el secreto es “nacer de nuevo”,
para volver a tener el corazón sencillo, puro, necesitado de que se nos enseñe
a vivir de un modo nuevo, al modo de Jesús, y así aprender de Él a ser hijos e hijas del Padre…
Hay
que animarse a subir al Monte, livianos de equipaje, con lo puesto, porque sabemos que el mayor equipaje lo
llevamos dentro y es muchas veces lo que más hace pesada y lenta nuestra
marcha. Solo se nos permite llevar un cuaderno y un lápiz, como cuando de la
mano de nuestra madre fuimos al primer día de clase para aprender…
Nos
sentaremos, para que el Señor pase a nuestro lado y también se siente, tome
entre sus manos las nuestras y nos “enseñe” a escribir ya no en el papel sino
en nuestro corazón esas Palabras de vida que nos permitirán “aprender de Él” el
camino hacia la felicidad, el camino hacia una vida nueva, renovada, en
abundancia y plena…
Sabemos
que en nuestra vida cotidiana, se nos va pegando la espiritualidad de “las malaventuranzas”, una
espiritualidad donde nos hacen sentir: “malaventurados” , “infelices”,
“desdichados”…con “mala estrella”, dicen en el campo…
Navegar mar adentro del Evangelio nos sumerge
en lo verdadero de la vida, nos saca de la orilla en donde estamos limpiando nuestras
redes vacías de cosas lindas pero llenas de vanidades, exitismos, culpas,
nostalgias, prisas, ambiciones por lo grande, que nos distancian de los seres
queridos.
Navegar
mar adentro del Evangelio, nos iluminará nuevamente el camino por delante, nos
ayudará a cambiar de modo de pensar y de actuar; podríamos decir que es la
oportunidad para “nacer de lo alto”, como fue invitado Nicodemo por Jesús aquella noche …
La
propuesta es dejarnos sorprender por una nueva escala de valores, donde
descubramos:
- una
espiritualidad de la confianza, no
del optimismo
- una
espiritualidad de la fidelidad, no
del éxito
- una
espiritualidad de la responsabilidad,
de del culpabilismo
- una
espiritualidad de la esperanza, no
de la nostalgia
- una
espiritualidad de la paciencia, no
de la prisa
- una
espiritualidad del aprecio de lo pequeño,
no de la ambición de lo grande
- una
espiritualidad de la sintonía, no de
la distancia
- una
espiritualidad de la sanación, no de
la condena...- Obispos vascos-cuaresma/2005-
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