Rasguen su corazón y no sus vestidos;
vuelvan ahora al Señor su Dios,
porque Él es compasivo y clemente,
lento para la ira, rico en misericordia…
-Extracto de la Carta de Cuaresma del Cardenal Jorge Bergoglio, Buenos Aires-
En este día, son fuertes y desafiantes las palabras del profeta Joel: "Rasguen el corazón, no los vestidos: conviértanse al Señor su Dios". Son una invitación a todos, nadie está excluido:
- Rasguen el corazón y no los vestidos de una penitencia artificial sin garantías de futuro.
- Rasguen el corazón y no los vestidos de un ayuno formal y de cumpli-"miento" que nos sigue manteniendo satisfechos.
- Rasguen el corazón y no los vestidos de una oración superficial y egoísta que no llega a las entrañas de la propia vida para dejarla tocar por Dios.
- Rasguen los corazones para que por esa hendidura podamos mirarnos de verdad.
- Rasguen los corazones, abran sus corazones, porque sólo en un corazón rasgado y abierto puede entrar el amor misericordioso del Padre que nos ama y nos sana.
- Rasguen los corazones dice el profeta, y Pablo nos pide casi de rodillas “déjense reconciliar con Dios”. Cambiar el modo de vivir es el signo y fruto de este corazón desgarrado y reconciliado por un amor que nos sobrepasa.
Ésta es la invitación, frente a tantas heridas que nos dañan y que nos pueden llevar a la tentación de endurecernos: Rasguen los corazones para experimentar en la oración silenciosa y serena la suavidad de la ternura de Dios.
Rasguen los corazones para sentir ese eco de tantas vidas desgarradas y que la indiferencia no nos deje inertes.
Rasguen los corazones para poder amar con el amor con que somos amados, consolar con el consuelo que somos consolados y compartir lo que hemos recibido.
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