"Es Jesús quien da rostro al Espíritu y hace que éste no sea
una fuerza anónima y abstracta o una especie de iluminación para ver lo
profundo de las cosas. No queremos ser movidos por un espíritu cualquiera sino,
precisamente, por aquel que "habitó y empujó " a Jesús. Un Espíritu
que sabe a Padre-Madre y que sabe a Reino-Sueño. Quisiéramos que de tanto mirar
a Jesús, de tanto empaparnos de Él, de su presencia, de su hacer, de su fuerza
salvadora... se nos fuera contagiando un poco de su mismo Espíritu.
Ese Espíritu nos adentra en esa experiencia de Jesús por la
cual percibimos que toda la realidad, incluida la más cruel, está envuelta en
la ternura de su Dios-Abba. Y eso nos llena de confianza. Y, a la vez e
inseparablemente, el Espíritu de Jesús nos sumerge en la dinámica del Reino, en
ese Sueño de Dios que ya está en marcha, aunque sea en forma de grano de
mostaza, y que asoma cuando los pobres (y lo pobre que hay en nosotros) cobran
futuro y esperanza. Y eso nos anima entregar nuestra disponibilidad y las
muchas o pocas fuerzas de las que disponemos.
A nosotros nos toca ser humildes versiones actualizadas de esa
experiencia de Jesús. Traerla a nuestros contextos y a nuestro tiempo. Esto no
lo haremos a base de puños, sino a base de mucho ser transformados y
configurados por el Espíritu de Jesús. Es una cuestión de "trasvase
", esto es, de que algo de lo que vivió Jesús y del modo de vivirlo pase a
nosotros y nos trabaje por dentro. Y esto es tarea del Espíritu que ha sido
derramado en nuestros corazones.
Nos toca hacer las mismas obras que hizo Jesús: traer
esperanza, hablar bien de Dios, levantar, sanar, pasar haciendo el bien... pero
hacerlas como Él las hizo, con la misma confianza en el Padre, con el mismo
respeto a la libertad de las personas, con su misma paciencia y entrega. Y,
ojalá, con un poco de su mismo amor. Y esto sólo puede ser obra del Espíritu,
que hace en nosotros y a través nuestro... Si Él quiere... hasta donde Él
quiera.
Una Oración:
"Que tu Espíritu, Señor, no se apague ni se extinga
porque nos va la vida en ello, porque sabemos de sobra que sin Ti no podemos
nada.
Que tu novedad y tu Gracia no encuentren tierra dura en
nosotros o si la encuentran que no por ello te detengas. Haz tu obra en mí y,
si Tú quieres, también a través de mí. Haz tu obra en nosotros.
Que no te echen para atrás ni mis resistencias ni mis pecados.
Enséñame a estar en la vida atento a tu presencia y a tu paso,
sin afanes de protagonismo o de reconocimiento, con esa paciencia activa y
humilde que nace de Ti.
Enséñame a ver nuevas posibilidades donde sólo parece haber
desesperanzas. No te pido que me libres del cansancio, ni que la vida no me
lastime, ni tenerlo todo más o menos claro; te pido luz y fuerza para este
trocito de camino que estoy haciendo hoy, dejando en tus manos el mañana.
Enséñame a encontrarte en lo profundo, en lo complejo y en lo
mezclado de la realidad y del corazón de las personas, donde Tú habitas.
Enséñame a vivir en tu presencia amorosa que lo llena todo,
que lo invade todo, que lo penetra todo.
Muéveme a decir "Jesús es mi Señor ", en una mezcla
de admiración, intimidad, agradecimiento y disponibilidad. Muéveme a hacer sus
mismas obras y con su mismo Espíritu.
Que el agradecimiento por tanto bien recibido
sea mi más
limpio motor para seguirte "
Amén
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