sábado, 22 de marzo de 2014

"Si conocieras el Don de Dios..."

Escrito por Dolores Aleixandre
De trivialidad a responsabilidad: la Samaritana (Jn 4)

Una mujer de Samaria hizo un camino de ida en busca de agua. Y no sabía que iba a volver sin el cántaro pero con la tarea de una misión evangelizadora. El encuentro con Jesús la hizo vivir una “pascua”, pasando de su vida trivial y dispersa, a la responsabilidad de anunciar a otros a Aquel con quien se había encontrado. A lo largo del relato del Evangelio, asistimos a la acción creadora y recreadora de Jesús sobre la mujer: Él es el verdadero protagonista y conductor de la escena y quien "diseña" las estrategias del encuentro.

  • Como diestro alfarero repite la misma acción que el narrador de Génesis atribuye a Dios: la Samaritana, como la arcilla original, va siendo modelada pacientemente y, lo mismo que el primer “adam” recibió el aliento de Dios que lo convirtió en un ser vivo, (Gen 2, 7), ella recibe el agua de la vida. Lo mismo que en el jardín del Génesis cada uno de los seres de la creación recibió un nombre, la mujer que entra en escena sin nombre propio, accede a una nueva identidad: “buscada por el Padre”, “agraciada por su don”.
  • Como hábil pescador, Jesús echa sus redes y lanza sus anzuelos para sacar a la mujer con quien dialoga de las aguas engañosas de la trivialidad y del deseo de autojustificación que la ahogan.
  • Como buen pastor que conoce a sus ovejas, la hace salir del desierto de la superficialidad y el intelectualismo, la va guiando hacia la hondura y la autenticidad, le "silba" para sacarla de las cañadas oscuras de sus evasivas y la lleva a la tierra del don del agua viva. Haciendo "honor a su nombre" su palabra le comunica su convicción de que, sea cual sea la negatividad en la que se encuentra, Él tiene poder para abrir ante ella una brecha de salida: "Si conocieras el don de Dios..." Y en eso consisten la "fuente de aguas tranquilas" y los "prados de hierba fresca" en que la hace recostar.
  • Como maestro de sabiduría y hábil conversador, emplea todos los recursos de la palabra e inventa estrategias de aproximación: pregunta, dialoga, argumenta, propone, sugiere, afirma, valora la postura de ella, se atreve a pronunciar imperativos. Sigue a la mujer en sus evasivas y se las arregla par alcanzarla en un terreno en el que no tiene escapatoria y se encuentra enfrentada con su verdad: “No tengo marido...” Entra primero en sus puntos de vista para conducirla hacia donde Él quiere, no se retira ante las defensas que ella esgrime: el Jesús "cansado del comienzo no se cansa ante las resistencias de la mujer y sigue ensayando distintas tácticas relacionales. A lo largo de la conversación va deshaciendo sus equívocos: ella lo consideraba solamente como un receptor de su agua pero él le desvela su condición de dador y cuando ella se cierra y se defiende, no la interpela sobre lo que hace sino sobre lo que es. Las respuestas enigmáticas y provocadoras que le va dando, la van conduciendo directamente hacia Él y en último término hacia el Padre.
  • Como amigo que busca crear relaciones personales, en ningún momento emite juicios morales de desaprobación o de reproche: en lugar de acusar, prefiere dialogar y proponer, emplea un lenguaje dirigido al corazón de la mujer. Al decirle: “si supieras quién es el que te dice...” consigue que entre ambos se cree un espacio en el que ella se siente reconocida y puede plantearse preguntas: la identidad de Jesús ("un judío"), tan clara para ella al comenzar el diálogo, queda cuestionada. Y en ese manejo del espacio, Jesús actúa con lentitud, no se apresura a proponerse como centro sino que avanza "en espiral", para ir despertando poco a poco el interés de la mujer por tener acceso a una fuente de "otra" vida.
  • Como experto en humanidad, se muestra profundamente atento e interesado por la interioridad de su interlocutora y le descubre el manantial que puede brotar de lo más hondo de ella misma, en contraste con la antigua ley y mandamientos externos, y le revela también la interioridad del Padre y la búsqueda que le habita.
  • Como profeta poseído por el fuego del Absoluto de Dios y apasionado por su justicia, cuestiona, sacude y despoja a la mujer de cualquier pretexto o componenda que la alejaba y distraía de la verdad original que la afectaba de manera ineludible: Dios como Padre que busca adoradores en espíritu y en verdad. La Samaritana entra en escena como “una mujer de Samaria” y sale de ella como conocedora del manantial de "agua viva" y consciente de ser buscada por el Padre para hacer de ella una adoradora. Su identidad transformada la convierte en una evangelizadora que consigue, a través de su testimonio, que muchos se acerquen a Jesús y crean en él. La que hablaba de “sacar agua” como una tarea de esfuerzo y trabajo, abandona ahora su cántaro: Jesús le ha descubierto un don que no requiere ningún intercambio y que le es entregado gratuitamente.
  • Como un agua “que salta hasta la vida eterna”, una corriente de gratuidad recorre la escena y transfigura a sus personajes: la mujer, después de su intento de conducir a Jesús a los de su pueblo, se retira y deja que sean ellos los que le descubran y crean por sí mismos y no por su testimonio. Ha sido conducida hasta su propia interioridad a través de un paciente proceso que la ha hecho pasar de la dispersión a la unificación y ella, discípula de ese Maestro, atrae y conduce hacia él los de su pueblo.
Jesús, de quien sabíamos al principio que era un caminante judío cansado y sediento, se revela al final como el manantial de agua viva, como Señor, Profeta, Mesías, y Salvador del mundo, como el Hijo a quien alimenta la voluntad de su Padre. Se define a sí mismo por su capacidad de relación interpersonal: "el que habla contigo" y, lo mismo que el Señor en la primera Alianza, lleva a la mujer a un nuevo "desierto" para " hablarle al corazón” y en ella se cumple la promesa hecha a Israel: “Y tú conocerás al Señor" (Os 2,22). En sus diálogos aparece en posesión de una autoridad que le permite expresarse en el lenguaje imperativo de los mandatos divinos: "créeme, mujer", le dice a ella; “haz esto y vivirás”...,"haz tú lo mismo”, conmina al Escriba.

La imagen de Dios aparece también transformada: no es el dios impávido y distante, morador de santuarios hechos por manos humanas o dictador de leyes, ni el eterno receptor que exige presentes, dones o sacrificios en el Templo. A través de Jesús se revela como un Dios generador de vida, que da y busca, a quien se puede llamar "Padre" y que no se deja encerrar ni poseer porque es Espíritu. Si nos busca, es porque desea acrecentar nuestra existencia y comunicarnos alegría y plenitud.

Vivir nuestra propia “pascua” con la samaritana...

Lo mismo que ella estamos convocados a una “nueva creación” y ante nosotros se presenta también una alternativa de elección: seguir buscando agua viva y justificación en los pozos agotados de santuarios, leyes y costumbres, o elegir “vida eterna” y dejarnos arrastrar por la oferta de transformación y transfiguración de Jesús. Si la acompañamos hasta el pozo de Jacob quizá nos cuente cómo llegó allí con el cántaro vacío de sus carencias y dispersiones, pero que ello no supuso ningún obstáculo para que el hombre que la esperaba realizara en ella su obra. Y que, si algo aprendió allí de Jesús, es que él no se detiene ante nuestras resistencias y aferramientos sino que, como Hijo que actúa como ha visto hacer a su Padre (Cf. Jn 5,19), busca en nosotros ese "punto de fractura" en el que emerge nuestra sed más honda, como si estuviera convencido de que sólo un deseo mayor puede relativizar los pequeños deseos. Quizá por eso dejó que ella fuera expresando ante él sus prejuicios, sus resistencias y sus recelos, hasta que emergió el anhelo de vida que se escondía en su corazón, y entonces él "tiró" de aquel deseo: "Si conocieras el don de Dios..." Sin lo primero, ella no habría llegado a reconocer sus insatisfacciones; sin lo segundo, la habría dejado marchar con su cántaro lleno de un agua que no calmaba la sed.

Si le preguntamos nosotros por la transformación de su deseo, nos invitaría a no dejar nunca que nada ni nadie sofoque o entretenga los que estuvieron en el origen de nuestra opción de seguimiento de Jesús, sino a mantenerlos siempre despiertos e insatisfechos porque en ellos se esconde nuestra mejor "reserva de humanidad" y lo que nos permite continuar abiertos y expectantes ante ese Don que nunca acabamos de conocer por completo.

Y sobre su experiencia misionera con los de su pueblo, podría hablarnos de cuáles fueron sus estrategias para llevarlos hacia Jesús: había aprendido también de Él a hacerse experta en humanidad, a conectar con los deseos dormidos en el fondo de cada uno y a buscar esos "puntos de fractura" que pueden dejar paso a la Gracia, porque es ahí donde está ya trabajando el Señor y sólo los "buscadores de pozos" capaces de aproximarse y "tocar", de perder tiempo y perforar apariencias, pueden ayudar a otros a alumbrar el manantial que los habita.

-Les pido disculpas, si el texto les parece un poco largo...pero vale la pena...-

7 comentarios:

  1. Hermoso texto. Aunque sea largo, es para volver a releer.
    Muy bueno.

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  2. Muy Lindo, sin desperdicio! Gracias Marta!!!

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  3. Iincreíblemente hermoso! Con una dulce y única profundidad!

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  4. Que texto tan valioso ! Todo un manual para transitar el camino al corazon de los otros en este tiempo de desencuentros tan frecuentes y un alimento muy valioso para nuestro propio corazon a veces paralizado , torpe como un niño que anda a los tropezones por la vida y pierde fecundidad .Es para leerlo cada noche al revisar nuestro camino. Gracias !!!!!

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  5. desde siempre me identifico con esta mujer...mi hija se llama Samaría... al conectarme con esta lectura vuelvo a revivir aquél momento en que también yo en mi viaje a Israel, tomé agua de ese pozo. (Hoy sólo hay canillas que lo recuerdan al finalizar esa pendiente) Cuánta emoción para esta noche! Gracias infinitas!

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  6. Cuánta emoción para esta noche, vuelvo a recordar mi paso por el pozo de Jacob.(Hoy hay canillas, y aunque esté todo muy cambiado uno se inunda del espíritu de ese lugar tal cual lo narran las Escrituras), desde siempre me identifiqué con esa mujer... no en vano mi pequeña de cuatro años se llama Samaría. Infinitas gracias por permitirme vivir este momento!!!

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  7. Hermoso texto vuelvo a beber agua de ese pozo, como alguna vez lo hice. (Más allá de que hoy sólo hay canillas, el lugar te permite remitirte a aquél momento primero) Infinitas gracias!

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