Les comparto es hermoso testimonio -de conversión?- del músico Narciso Yepes que en una entrevista, dejo entrever algo muy hondo en su experiencia de Dios.
Ya que dejarnos llamar en el tiempo oportuno -el Kairos-, es el momento en donde la vida vuelve a encender en nosotros la alegría y el gusto por vivir...
Acá va el testimonio de Narciso Yepes:
Narciso: “... El instante más emotivo y más feliz para mí es ese momento de silencio que se produce antes de empezar a tocar. Entonces sé que el público y yo vamos a compartir una música, con todas sus emociones estéticas. Pero yo no sólo no busco el aplauso, sino que cuando me lo dan, siempre me sorprende... se me olvida que, al final del concierto, viene la ovación! Y le confesaré algo más, casi siempre, para quien realmente toco es para Dios... He dicho “casi siempre” porque hay veces en que, por mi culpa, en pleno concierto puedo distraerme. El público no lo advierte. Pero Dios y yo sí.
Periodista: Y... ¿a Dios le gusta su música?
Narciso: ¡Le encanta! Más que mi música, lo que le gusta es que yo le dedique mi atención, mi sensibilidad, mi esfuerzo, mi arte... mi trabajo. Y, además, ciertamente, tocar un instrumento lo mejor que uno sabe, y consciente de la presencia de Dios, es una forma maravillosa de rezar, de orar. Lo tengo bien experimentado.
Periodista: ¿Siempre ha tenido usted esa fe religiosa que ahora tiene?
Narciso: No. Mi vida de cristiano tuvo un largo paréntesis de vacío, que duró un cuarto de siglo. Me bautizaron al nacer, y ya no recibí ni una sola noción que ilustrase y alimentase mi fe... Con decirle que comulgué por primera vez a los 25 años! Desde 1927 hasta 1951, yo no practicaba, ni creía, ni me preocupaba lo más mínimo que hubiera o no una vida espiritual y una trascendencia y un más allá. Dios no contaba en mi existencia. Pero... luego pude saber que yo siempre había “contado” para él. Fue una conversión súbita, repentina, inesperada... y muy sencilla. Yo estaba en París, acodado en un puente del Sena, viendo fluir el agua. Era por la mañana. Exactamente, el 14 de mayo. De pronto, le escuché dentro de mí... Quizás me había llamado ya en otras ocasiones, pero yo no le había oído. Aquel día yo tenía “la puerta abierta”... Y Dios pudo entrar. No sólo se hizo oír, sino que entró de lleno y para siempre en mi vida.
Periodista: ¿Una conversión a lo San Pablo?
Narciso: Ah... yo supongo que Dios no se repite! Cada hombre es un proyecto divino, distinto y único; y para cada hombre Dios tiene un camino propio, unos momentos y unos puntos de encuentro, unas gracias y unas exigencias. Y toda llamada es única en la historia...
Periodista: Dice usted que “le escuchó”, que “se hizo oír”..., ¿he de entender, Narciso, que usted, allí junto al Sena “oyó” palabras?
Narciso: Sí, claro. Fue una pregunta, en apariencia, muy simple, “¿qué estás haciendo?”. En ese instante, todo cambió para mí. Sentí la necesidad de plantearme por qué vivía, para quién vivía... Mi respuesta fue inmediata. Entré en la iglesia más próxima, Saint Julian le Pauvre. Y hablé con un sacerdote durante tres horas... Es curioso, porque mi desconocimiento era tal que ni me di cuenta de que era una iglesia ortodoxa. A partir de ese día busqué instrucción religiosa, católica. No olvide que yo estaba bautizado. Tenía la fe dormida y... revivió. Y ya desde aquel momento nunca he dejado de saber que soy criatura de Dios, hijo de Dios...
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Cuando Dios “acontece” en la vida de alguien, descubrimos lo que significan también estas palabras de Pablo: “Ya no vivo yo, es Cristo que vive en mí” (Gal. 2, 20)
Que reflexion mas clara y profunda con una simpleza absoluta para que vivo y para quienes... gracias por compartirlo.
ResponderEliminarLos caminos de Dios para hacerse presente en nuestra vida son inexplicables. Yo cada dia le pido que se haga presente en la vida de mi hijo que le de Esperanza y le consiga un trabajo para poder realizarse como persona.
ResponderEliminarQue maravilla si me sucediera a mi. Concluiría mi angustia.
ResponderEliminarAmigo o amiga: Dios te esta llamando...ponete cerquita de Él...
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