Día 3: Estar Disponibles
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Los ejercicios tienden a “buscar, hallar y hacer la voluntad de Dios”, lo que también seria ordenar la propia vida. Pero esto no se logra de cualquier modo, sino por gracia de Dios. Por eso en estos días descubriéndonos amados por Dios, nos dejamos mirar por Él y desde su amor le permitimos que nos hable, que nos muestre o nos diga eso que estamos necesitando en este tiempo.
Cada día, cuando nos dispongamos a realizar el ejercicio, vamos a entrar al lugar de oración poniéndonos bajo su mirada. Descubrir que Él nos mira, que nos ve entrar, y que nos mira amándonos. El Señor me mira a mi personalmente, no al montón, sino a mí… me llama por mi propio nombre con ternura. Antes de iniciar la oración, una vez que sienta y guste que el Señor me mira, es bueno hacer algún gesto de humildad reverencial como puede ser hacer la señal de la cruz con mucha devoción, besar la biblia, o algo que me sirva a descubrirme como criatura que se dirige al creador.
Después de experimentar su mirada, en el comienzo de cada encuentro de oración, San Ignacio nos invita a realizar lo que el llama la oración preparatoria, que consiste en pedirle a Dios que todo mi ser esté plenamente disponible a la acción de la gracia. Le pido fortaleza para que este tiempo de oración sea de provecho, y me conduzca a descubrir y realizar su voluntad.
En este 3º día, la hna Marta nos recuerda la importancia del examen de la oración, que no consiste en ponernos una nota o un valor, sino tomar registro interior de cómo fue la oración: cómo nos sentimos, qué se me movió por dentro, qué me dijo el Señor… si actúo Dios o el mal espíritu. Una vez finalizado el ejercicio, nos tomamos 10 o 15 minutos para hacer este examen de oración. Estas notas nos van a servir para, a medida que pasan los días, poder ir siguiéndole el hilo al paso de Dios.
Al saberse amados mostrarse disponible
P. Ángel Rossi
San ignacio nos dice en la segunda parte de “Principio y Fundamento” que todas las cosas en el mundo han sido creadas para el hombre para que lo ayuden a alcanzar el fin para lo que el hombre fue creado. Todas las cosas están al servicio del hombre para este fin: los bienes materiales, el trabajo, las riquezas, la naturaleza, la salud… Pero muchas veces estas mismas cosas esclavizan al hombre, no lo dejan cumplir su fin último. Por eso estos días de ejercicios nos van a ayudar a recomponer ciertos afectos desordenados, limpiarnos interiormente de todas aquellas cosas que estando a nuestro servicio terminan por hacer mal.
San Ignacio dice que estas cosas hay que usarlas tanto cuanto me ayuden y no me esclavicen, que no me hagan perder libertad ni alegría. Por lo cual, dice San Ignacio, “es necesario hacernos -indiferentes- a las cosas creadas”. Nos dice el P. Ángel Rossi, que en nuestro tiempo “indiferencia” tiene alguna connotación negativa: que no me importa, que me da igual. Por eso quizás la palabra más adecuada para referirnos a esta gracia que pide San Ignacio sea la disponibilidad. Pedimos esta gracia en el comienzo de los ejercicios, porque si no estamos disponibles no podemos dejarnos trabajar por Dios.
La disponibilidad viene a partir de sabernos mirados y amados por Dios, sólo desde ahí podemos estar “disponibles”, sabiendo que nada malo puede venir de Dios. Nos hace disponibles la experiencia de sabernos amados… por eso ayer contemplamos estas miradas amorosas de Dios. El que se sabe amado se dispone, porque se sabe amado por Dios. Ignacio dice que es necesario hacernos indiferentes, disponibles, que sería usar de las cosas en cuanto nos ayude a los fines que hemos sido creados y dejarlas en cuanto no me ayuden. Dice Ignacio: “es necesario hacernos indiferentes a todas las cosas creadas, de tal manera, que no queramos, en lo que nosotros depende, más salud que enfermedad, riqueza que pobreza, amor que des-amor, honor que des-honor, vida larga que corta, y así en las demás cosas”.
Nosotros naturalmente tendemos a la salud no a la enfermedad, preferimos las seguridades de la riqueza más que la pobreza… ¿Que sería la disponibilidad? Nos dice el P. Ángel, que estar disponibles es ponerse al medio y estar dispuestos a lo otro “si Dios lo quiere” y sólo si Dios lo quiere, osea Ignacio nos hace pedir que yo quiera una u otra cosa según lo que Dios considere lo que a mí más me ayuda conforme al fin que fui creado que es hacer su voluntad. Ésto no significa que me de la mismo, o que no me importe, sino que aún sin darme lo mismo estar dispuesto a lo otro si Dios lo quiere. El P. Ángel también nos advierte que no necesariamente Dios pide siempre lo más difícil, por ende no tener miedo.
Nosotros nos distinguimos del barro, porque nosotros sí podemos negarnos a las manos del alfarero, pero a la vez también podemos aceptarlo… Nos dice el sacerdote jesuita que “ser disponibles es pedirle a Dios que meta mano en la arcilla de nuestro corazón y pedirle a Dios la gracia de poder aceptar que nos trabaje interiormente”. Estar dispuestos es también aceptar lo que Dios va haciendo: si me hizo más o menos rico, con una historia más sencilla o más dolorosa, etc.
Hoy pedimos esta gracia de que seamos siempre barro blando en las manos de Dios. Que no significa no ser apasionados en lo que hacemos, pero sí disponibles a lo que Él quiera y hasta cuando quiera. Como decía Martín Descalzo hacia el final de su muerte: “a pesar de todo nosotros dos tendremos una certeza: que mi corazón el día que te lo entregue, a pesar de todo, va a seguir teniendo un poquito de olor a tus manos”. Siempre Dios sigue trabajando, y lo seguirá haciendo un instante antes de la muerte.
Algunos textos para rezar la disponibilidad
- María (Lc 1, 18): El ideal de la disponibilidad está en María en su encuentro con el ángel: ” He aquí la esclava del Señor. Que se cumpla en mí lo que has dicho” Lc 1,18. Ésta es la gracia de la disponibilidad, “que se cumpla en mí”… “acá estoy Señor, que se haga tu voluntad en mí”
- El joven rico (Mc 10, 17-27): es la imagen contraria, de no disponibilidad. Él se presenta con buena voluntad, pero cuando el Señor le pide que venda todas sus riquezas y la reparta a los pobres, para después seguirlo, no está disponible. El joven está atado a las riquezas, está apegado y no lo hacen libre.
- San Agustín: Ignacio dice que es necesario “hacerse disponible”, lo que implica que nosotros naturalmente no somos disponibles, por ende es un proceso de ir liberándonos de las cosas que nos atan para estar disponibles. Nos cuenta el P. Rossi, el caso de San Agustín, que en su conversión a los 40 años, frente a la voluntad de Dios en un primer momento le dice “Ya sé Señor, pero no puedo”. Es una oración imperfecta todavía, pero muy sincera. Más adelante, después de un proceso que habrá llevado su tiempo, San Agustín le dice a Dios: “Señor dame lo que me pides, y pídeme lo que quieras”, haciéndose consciente de que sólo no puede, pero con su gracia puede hacerse disponible. En un momento más avanzado en el proceso San Agustín llega a exclamar: “Señor lo que quieras, cuando quieras y del modo que Tú quieras”. Ésta es una oración de disponibilidad total, donde ya no hay condiciones, con miedo seguramente, pero poniendo su confianza en el Señor.
- El barro y el alfarero ( Jr 18, 1-12): aparece esta imagen de Dios como el Alfarero y nosotros como barro en sus manos.
- Is 29, 16: en donde dice “¿Es acaso la arcilla igual al alfarero?” “¿Acaso la arcilla puede decirle al alfarero “¿qué estás haciendo?”
- Rm 9, 20-29: ” ¡Oh hombre! Pero ¿quién eres tú para pedir cuentas a Dios? ¿Acaso la pieza de barro dirá a quien la modeló: “por qué me hiciste así”? O ¿es que el alfarero no es dueño de hacer de una misma masa unas vasijas para usos nobles y otras para usos despreciables?”
A tener en cuenta
Todos los días desde las 8,30hs el P. Ángel Rossi y la hna Marta van a ir dando las indicaciones y la reflexión del ejercicio de cada día. Esta bueno que además del texto que publicamos, también escuches en audio la reflexión del ejercicio. Si no podes a esa hora, se repite a las 18 y a las 00 en la sintonía de Radio María. También cada día cargaremos el material enwww.radiomaria.org.ar
Momento de oración
1- Oración preparatoria: predisponernos para el encuentro con el Señor en el desierto. Intentar acallar las voces interiores.
2- Traer la materia: Se trata de reconstruir la historia de lo que contemplo a partir de los datos. Ayudará leer detenidamente y varias veces el pasaje que quiero contemplar. En este caso nos centramos en las imágenes de disponibilidad a Dios; descubrir con cuál de ellas nos sentimos identificados, y ahí quedarnos.
3- Composición de lugar: tengo que componer la escena, re-crearla, reconstruirla desde los datos que la Escritura me ofrece.
4- Meterme en la escena como si yo estuviera dentro de ella y preguntarme qué me dijo.
5- Coloquio: a partir de lo que he vivido en la contemplación, no me faltarán palabras para pedir, agradecer, alabar o simplemente disfrutar de lo que se me ha dado.
6- Evaluación: tomar nota de lo que viví y sentí.
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