Fuente: Religiosas del Sagrado Corazón de Jesús - España-
Aunque de este pasaje se han escrito muchos comentarios sobre la importancia de creer sin ver, de la fe que no necesita pruebas, etc. Me quiero fijar hoy en otros aspectos, que quizás podrían complementar la mirada:
Tomás parece que necesita procesar lo que ha pasado, comprender para acoger y no solo apoyarse en la fe del grupo. Él es capaz de expresar sus dudas y de planteárselas a Jesús.
Y Jesús no le rechaza, sino que le invita a tocar sus llagas, como si comprendiera que, tras la decepción ante su muerte, necesita rehacerse, superar la crisis, vivenciar personalmente la experiencia de la resurrección, personalizar su fe…
El tocar las heridas del Maestro probablemente le permita conectar con las suyas y tomar conciencia de su propia vulnerabilidad, de la fragilidad de su confianza, de la necesidad de fiarse de verdad… Y recibe el regalo de que Jesús acoge su duda, su desconcierto y su incertidumbre. Y no lo hace a través del reproche, sino de la oportunidad de ser escuchado en su situación.
Me encanta contemplar a Jesús, que se nos acerca a cada uno personalmente, tal como estemos y atiende nuestras necesidades, para reconfortar nuestra fe en el momento en que nos encontremos -sea cual sea-. ¡Qué buena noticia!
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