sábado, 17 de agosto de 2024

Ser Gente Pan...


Escrito por Diego Fares -sj-

"Los judíos murmuraban de Jesús, porque había dicho:
‘Yo soy el pan que ha bajado del cielo’.
Jesús tomó la palabra y les dijo:
‘No murmuren entre ustedes.
Nadie puede venir a mí
a no ser que mi Padre que me envió lo atraiga a mí;

Yo soy el pan vivo que descendió del cielo.
El que coma de este pan vivirá eternamente" (Jn 6, 41-51). 

Comulgar o murmurar, esa es la opción ante la que nos pone Jesús cuando se presenta como Pan de Vida. El invitaba a “comer de su Pan para tener vida eterna” y los judíos murmuraban contra él por que había dicho ‘Yo soy el Pan que ha bajado del cielo’.

Bajamos estas palabras del evangelio, rápidamente, a la vida cotidiana.

Comulgar o murmurar es la opción frente a todas aquellas personas concretas que nos rodean en la vida de la Iglesia y que son “personas-pan”.

Personas que, porque comulgan con Jesús y se alimentan de su Palabra y de su Vida, son pan para los demás. Personas que hacen el bien, que inspiran a otros a hacerlo y los juntan y los alientan y trabajan con ellos en esta misión universal de la compasión y de la promoción de toda vida a la que nos llama Jesús.

Existen personas-pan. No se trata de algo rebuscado o difícil de encontrar. No digo personas-caviar o personas-champagne. Hay personas “pan y vino”.; sin condimentos ni hazañas espectaculares. Cientos de millones de personas pan que trabajan y dan vida a los demás.

Si uno lo piensa así, es algo que puede verse a simple vista. O por lo positivo de la comunión que favorecen o por el fenómeno de la murmuración que provocan, –cada uno tiene ejemplos cercanos en su familia y en su trabajo, en los que alguien hace algo bien y divide las aguas entre los que se alegran y comulgan y los que toman distancia y murmuran.

La comunión, se deja sentir de cerca y de lejos. No ciega.
Entre los que comulgan en el trabajo de hacer el bien, hay conciencia lúcida de los defectos tanto propios como ajenos, pero la pasión por la tarea encomendada es mayor y no da lugar a la murmuración.

Los murmuradores siempre muestran la hilacha. Son huidizos, se les escapan muecas, ponen caras, se mueren por juntarse entre ellos… a murmurar.

Suelen tener razón en muchas cosas que notan y que dicen a escondidas.

Son los profetas del fracaso y la desgracia y como en este mundo la cizaña del pecado abunda, a grosso modo y a la corta aciertan muchas veces y tienen más prensa que los que comulgan con el bien silenciosamente.

Lo triste es cuando se alegran de algún fracaso. Aquí la murmuración se sale de madre y muestra que es hija de la envidia. Y ya sabemos que “por la envidia entró el demonio en el mundo”.

Alegrarse de que fracase el bien es pecado contra el Espíritu Santo y no hay misericordia que alcance, porque la envidia es a la comunidad como el Sida al cuerpo.

El Síndrome de InmunoDeficiencia Adquirida “te mata el sistema que te protege de otras enfermedades en tu cuerpo”; la envidia, al hacerte denigrar el bien y murmurar contra él (por tentación de rechazo a la persona que lo hace) mata el sistema que da vida a la comunidad. Murmurar es una forma de no amar el bien, de no comulgar. En vez de comer el bien se lo regurgita y se convierte, en la punta filosa de las lenguas, en palabras que tienen sabor adictivo pero que no alimentan. Murmurar es la anti-comunión. Se le dan vuelta a las cosas con la lengua pero no se las traga. Y por el prurito farisaico de no tragarse ningún mosquito uno se pierde la comunión con las personas y con el trigo del campito, que los murmuradores arrancan sin piedad junto con la cizaña que dicen combatir…

Que el Señor nos haga amar el bien y comulgar con él, decidida y alegremente, haciendo contra a esta sociedad desencantada y murmuradora que se pierde lo más lindo de la vida: al Pan de Vida y a la gente-pan.

1 comentario:

  1. Jesús quiere que seamos pan.
    Pero que seamos de ese pan que no es ni crudo ni duro.
    Que seamos como ÉL ofrenda viva en el altar
    Pan de amor , siempre Bueno y Puro

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