-Esta carta fue dirigida al P. Eduardo Casas de
Radio María-
Estimado Padre Eduardo:
Ud. no me conoce; sin embargo, ha llegado hasta mis
manos algo que usted escribió. Me he sentido acompañada por el misterioso
consuelo que –a veces- nos regalan las palabras.
Aquí estoy, ¡y qué puedo hacer sino abrigarme
-desde mi propio interior- buscando un amparo a tanta intemperie!
Me llamo Gloria y vivo en un paraje perdido en los
mapas en plena precordillera jujeña. Soy maestra rural y soy casi todo lo que
tienen un pequeño grupito de niñas y niños argentinos durante semanas y meses
en los que los inviernos son más intensamente fríos y los veranos más
calurosamente tórridos de lo que los habitantes de la ciudad pueden soportar.
Aquí sólo hay alguna escasa leña para los oscuros inviernos y aire fresco que
baja de la montaña para el alivio de las jornadas de verano.
Mis niños llegan hasta la puerta desvencijada de
esta escuela -que se transforma en hogar y en horizonte- a mula, a caballo y a
pie. Muchos vienen transitando días y largas horas con pies doloridos y
descalzos.
Yo me transformo en aula y en mesa, hago también la
comida, ayudada por una mamá, juego con los niños y les enseño a agradecer la
patria que tienen. Desde arriba de los cerros, desde la altura, todo se ve
distinto. Nuestro querido País se ve diferente desde esta altura.
Cuando escucho por radio todo lo que acontece en
nuestro suelo, salgo a la puerta de mi escuela, veo este cielo tan
profundamente celeste y escucho que el silencio me habla de otro país, de la
Argentina honda de polvo de tizas en mis manos, polvo que a veces se espesa por
alguna lágrima que cae desde mis mejillas a mis manos. Me duelen estos hijitos
que tengo aquí y que mi Argentina me ha confiado. Soy responsable de la vulnerabilidad
de estos sueños que crecen. Cuando me pasa esto, no dejo que ellos vean mis
ojos húmedos, ya son demasiado duras las circunstancias que ellos tienen. La
pobreza, el hambre y la enfermedad son nombres de fantasmas que juegan con
ellos a las escondidas por aquí.
Hay noches en que mi plato de comida lo cedo a
alguno de ellos, a pesar de haber tenido un día agotador de trabajo me conformo
sólo con un té caliente. Ellos ni siquiera lo piden pero yo se los doy. Cuando
les pregunto qué desean ser en el futuro, algunos me dicen que irán a estudiar
a las grandes ciudades para ser médicos, abogados o profesores.
Tal vez cuando Ud. sea ya muy mayor, su médico sea
alguno de mis alumnitos. Tal vez podamos así conocernos a través de él.
A menudo pienso en tantos rostros que no conozco
cuando cada mañana, con un viento helado que es fiel a la montaña, izamos
nuestra deshilachada bandera, orgullosa de la belleza de su dignidad a pesar de
sus arrugas. Cada día veo a Argentina desde la altura de esta pobreza. Los que
tienen horizontes más vastos a veces ven a corta distancia y con menudos
alcances.
Yo quiero que mis pequeños me recuerden como una
Maestra que les enseño a descubrir otra perspectiva de la vida, contemplando
todo desde la altura. Si pienso en eso, mi nombre se llena de sentido. No hay
mejor llamado de Dios que cuando escucho mi nombre en los labios de estos niños
diciéndome “Gloria”.
Padre, rece por mí y por mis niños, por los
pequeños de esta escuelita, cuyo nombre no importa, recemos por esta Argentina
que sueña con su altura. Ud. y yo somos educadores, en esto -en esencia- no hay
diferencias. Todos los educadores estamos emparentados en las fibras del alma.
Gracias Padre, le pido su bendición y le doy la mía. Estoy segura que va a
escuchar la resonancia de estos latidos.
Gloria, la maestra rural.
Gracias miles Gloria, realmente conmovida por tan bella carta al leerla no puedo menos de preguntarme dónde están tantos gobernantes enriquecidos y duros de corazón sin embargo Dios ha puesto estas personas en el mundo para que nos hagan saber de la belleza espiritual y nos guíen, Gracias otra vez querida maestra. Marta de Beccar
ResponderEliminarGracias por hacernos sentir que la vida es gastarse en servicio a los demas preferiblemente los considerados vulnerables y pobre!!
ResponderEliminarGracias por la carta sentida y profunda. Una carta donde dibujas la realidad de nuestros pueblos!!
ResponderEliminarGracias gloria por ayudarme a pensar que me debo mas a mis alumnos, lo hago, pero con tu testimonio siento que debo darme el doble, rezare por ti y por tantos que estamos dispersos por esta bendita Patria. Somos afortunados con esta vocación. Me pregunto cómo se llama esa escuela, de que localidad es, así poder darte una mano, brindarte mi ayuda. enmisionxto_2012@outlook.com
ResponderEliminarLa verdad me indigna lo mucho que los chicos de escuelas de BUENOS AIRES han perdido, lo poco que en las grandes ciudades se valora la educacion, y que pocos mestros bonaerences tiene real vocacion y me enorgullece que maestras como usted que realmente sienten su vocacion, sin estar al alcance de ningun beneficio economico y sin tener las mas minimas comodidades puedan seguir adelante, porque son nuestros niños el futuro de nuestra querida argentina.
ResponderEliminarComo Argentina y como docente que fui, siento una profunda tristeza. Yo me pregunto: cuándo las autoridades van a supervizar la tarea del docente y de los alumnos, ¿No ven la puerta desvencijada como dice Gloria? ¿Que están esperando? ¿Que se reemplace con una bolsa de alpillera? ¡no pide una PUERTA PENTAGONO, solo una puerta común le hace falta!. Realmente Gloria, es la madre de estos niños, sólo una madre cede su plato de comida para su hijo, ella se conforma con un té caliente. ¿Qué les pasa a las autoridades cuando visitan la escuela, no ven la pobreza, el hambre, tantas carencias? Que Dios los proteja y los colme de bendiciones, y que puedan un día cumplir con lo que tanto desean: IR A ESTUDIAR A LAS GRANDES CIUDADES Y LLEGAR A SER GRANDES PROFESIONALES.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo Gloria.
Mary Boccio - historiasvividas@hotmail.com
Mi nombre es Vanina y soy maestra biblitecaria recién salida del horno, con muchas ganas de cambiar las cosas estructuradas de la educación primaria.
ResponderEliminarNo sé si tenés conexión de internet? , si tenés una o varias máquinas a tu disposión en tu escuela?.
En las escuelas donde trabajé en plena ciudad como no tenía internet a mi disposición me descargaba lo que necesitaba en mi casa. Así los usuarios de la biblioteca tienen material digital más o menos actualizado.
Cualquier cosa que necesites desde aqui, link o archivos comprimidos (tengo familiares en Jujuy como para hacerte llegar material, si tenés máquinas) veo la forma de como mandarlos por internet.
Estuve de vacaciones hace un año por Jujuy, espero volver pronto y conocerte.
Mi mail es vannadeoli@gmail.com
Mi mamá nació en Los Perales pero se crió en Las Minas de Zapla.
Un abrazo grande Gloria por tu GLORIA DE TRABAJO...
Grcias, Gracias al creador por que todavia en susshijos hay conciencia de lo que en esencia SOMOs, Amor incondicional
ResponderEliminarMUCHAS MAESTRAS TENDRIAN QUE TOMAR SU EJEMPLO,PERO PARA ELLO HAY QUE IR SOLO UN DIA A ESOS LUGARES Y LES ASEGURO LES CAMBIA LA VIDA,GRACIAS GLORIA
ResponderEliminarEstimada Gloria,
ResponderEliminarGracias por compartir esta increíble experiencia de amor y vocación. Por mi trabajo conozco varios maestros rurales como vos. Si podés, contactate vía mail conmigo así te presento a alguno de ellos, que seguramente podrán compartirte algunas ideas y experiencias. Saludos y que Dios te bendiga. sanlynch@gmail.com
Gracias!!! Dios se manifiesta en los pobres y los olvidados, la confianza en tu tarea, el tesón que le pones a tu trabajo que mas que un trabajo es un forma de vida nos estimula a seguir luchando por lo que creemos: Que cada niño, cada joven es único e irrepetible y merece todo de nosotros los docentes...En tiempos de oscuridad como estos tu testimonio nos llena de luz y esperanza ! Gustavo Pizzi
ResponderEliminarAdmiro tu incondicional entrega. Tu Amor y dedicación por los niños.. que son los predilectos de Dios y no del Gobierno y su política... TU NOMBRE.. GLORIA ... ESTÁ ESCRITO EN EL LIBRO DE DIOS...
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