Escrito por Mariola Lopez Villanueva -RSCJ-
"La invitación es a entrar en mi propia casa, a recibir a esa Presencia mayor que la habita, que viene a ordenarla y a ensancharla. Acogerme tal y como me encuentro, no como creo que debería encontrarme, sino con todo lo que traigo. Acogerme en mi casa a mí misma, para poder recibir a otros. Conocerla, respetarla, disponerla... para poder ofrecer ese lugar de intimidad y profundidad que hay en mí.
Leer: «Yendo de camino, Jesús entró en un aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa» -Lc 10,38-42-
– Reconocer que muchas veces ando corriendo alrededor de la casa y no me tomo tiempo para entrar en ese lugar secreto desde el que soy yo misma/o, donde están las fuentes de mi vida. Bajar hoy a ese lugar.
Escuchar cómo Jesús me dice: «Baja, porque hoy quiero alojarme en tu casa»
«Una persona sin casa es una persona dispersa y perdida. Cada casa tiene el espíritu y el alma de quien la ha habitado. La casa rezuma lo que en ella se ha vivido: alegrías, dolores, despedidas, encuentros... La casa que somos la hace el que allí habita: Dios. Nuestro silencio es apertura al ser divino que está en nuestra casa. En una casa todo se comparte: las horas de dicha y las tristezas, todo se celebra en la casa, ese amor que se hace presente en esas situaciones tan diversas de nuestra existencia. Entrar en la casa es regresar al corazón de mi vida. En ese lugar donde encuentro sostén y reposo. Descansamos al entrar en el corazón... Aún no hemos puesto las manos en todos los lugares de nuestra casa, poner las manos es poner el amor».(J.F. MORATIEL)
Adéntrate en el interior de tu casa a través de la respiración, con las llaves de la soledad y del silencio.
Reconociéndola
¿Cómo está mi casa en este momento de mi vida? ¿Cuáles son sus cimientos? ¿Sobre qué se apoya?
¿Guardo cuartos cerrados en ella que me cuesta abrir, en los que apenas puedo entrar?
¿En qué habitaciones, en qué lugares de la casa estoy la mayor parte del tiempo?
Habitándola:
Miro a Marta y me pregunto: En lo que vivo, en lo que hago ¿me gasto compulsivamente o me voy viviendo centrada/o, presente en dónde estoy?
¿Qué me dispersa y agitada, viviendo fuera de mi centro?
¿Qué necesito para salir del circulo de las comparaciones, de la queja, del
juicio rápido, de los ruidos?
¿Me doy alimento y descanso a nivel corporal y espiritual para no caer en el activismo?
¿Qué nombres quiere poner el Señor a mi casa?
¿Lugar de descanso, de encuentros, casa de paz, casa de memoria buena, casa para aprender a envejecer, casa para iniciar otros viajes o iniciar otros caminos...?
¿Qué nombre le da él a esta etapa de mi vida?
Acaba agradeciendo que es el mismo Señor el que construye nuestra casa, conoce sus planos y habita silenciosamente en ella.
«La luz de mi casa viene de dentro...
El orden viene siempre de dentro...
Toda la naturaleza se abre desde dentro...»
qué lindo! me encantó. Un abrazo
ResponderEliminarPrecioso comentário. Gracias por este Bello servicio!
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