domingo, 9 de noviembre de 2014

Los enfermos, Epifanías del Misterio Pascual...


Escrito por José María Vallarino, de su libro: Los enfermos, epifanías del Misterio Pascual.

Muchas personas son llamadas a sufrir. Creo que esta gente, como los anawin, los pobres del pueblo de Israel (en el Antiguo Testamento), son especialmente amados por Dios, pues los ha llamado a caminar hacia Él por una senda particularmente estrecha, el camino del Calvario, el mismo que recorrió su Hijo.

No tengo respuesta al eterno “¿por qué? del sufrimiento, pero estoy convencido de que, aunque en el momento, pero estoy convencido de que, aunque en el momento que estoy frente a una persona sufriendo no lo vea, jamás carece sentido. Descifrar ese sentido entra en el ámbito del misterio; ámbito en el cual me siento a gusto porque las cosas verdaderamente importante de la vida le pertenecen.

Hay quienes son claramente purificados, fortalecidos y ahondados por el sufrimiento. Otros quedan simplemente rotos, deshumanizados, destrozados, resentidos. Esta es la causa de que muchos pierdan la fe. Sé que el sufrimiento es piedra de escándalo, “de tropiezo” para muchos inteligentes. ¿Cómo puede permitir que esto suceda?

Mi única respuesta es el misterio pascual de Cristo. Un Dios Amor que se revela como Palabra encarnada para compartir la suerte de su creatura, cargar sobre sí las consecuencias del pecado, la disgregación que produce el pecado. Palabra que se hace sonoramente silencio en la Cruz. Cruz que se manifiesta al hombre un Dios que muere con los brazos extendidos para poder abrazar así, en compasión solidaria, a todo doliente. Dios que se hace totalmente vulnerable para comprometerse con su creatura, haciéndose compañero de camino hasta el banquete de la vida plena.

Hace mucho que renuncie a preguntarme el “por qué” del sufrimiento, es una pregunta y un planteo que no lleva a ninguna parte. Ahora vivo instalado en el ojo de ese huracán teológico, moviéndome en la oscuridad, acostumbrado. Sé cada vez menos; pero lo que sé, lo sé más profundamente, en lo más hondo de mí, donde vive mi fe. ¿Cuál es el mensaje de este “ojo de huracán”? Creo que es este: el sufrimiento  está, del mimo modo que la vida; es un hecho. Más importante que preguntarse “¿por qué?” será adentrase en el sufrimiento; estar junto a los que sufren…

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