Este texto ha sido escrito por la hna. Dolores Aleixandre rscj
En la escena del evangelio vemos dos comitivas en dirección opuesta: el cortejo fúnebre y el grupo de los que acompañan a Jesús.
Llevan direcciones opuestas pero Jesús convierte esa oposición en encuentro, crea relación y proximidad allí donde hay ruptura y distancia, compasión donde hay sufrimiento, vida donde hay muerte.
El verbo tener lástima, conmoverse, aporta una novedad radical a la experiencia de la compasión. No se trata de una simple emoción pasajera de pena o de piedad por quien sufre, sino que afecta en las entrañas a la persona que la experimenta y se convierte en eficacia liberadora hacia quien vive una experiencia de debilidad y de impotencia.
La misericordia entrañable de Jesús reacciona ante una situación de vulnerabilidad extrema y sus sentidos (la vista y después el tacto) entran en comunicación con ella. Sus palabras al muchacho, lo mismo que las de Elías al hijo de la otra viuda, son palabras “sentidas” y “totales” que dicen y actúan. Como dice Pablo a los Gálatas, Dios está revelando a su Hijo como Señor de la vida.
Dolores Aleixandre rscj
No hay comentarios:
Publicar un comentario