Dice von Balthasar:
“Sobre este acontecimiento del bautismo de Jesús,
aparece el cielo abierto
y Dios se da a conocer como trinitario:
el Padre que envía confirma a su Hijo, el Amado,
el Predilecto que cumple por libre amor la voluntad trinitaria de salvación;
y el Espíritu Santo aparece en forma de paloma
entre el Padre, en el cielo,
y el Hijo que ora en la tierra:
transmitiendo al Hijo la voluntad de Padre
y llevando al Padre la oración del Hijo”.
“Se abrieron los cielos” expresa cómo el Padre no se aguantó más el hecho de tener cerrada su intimidad. Al ver a su Hijo salir del agua, con toda humildad y mansedumbre de corazón, se le escapó el Espíritu, que como una Paloma bajó a posarse sobre la cabeza mansa del Señor, bautizado con nuestra pequeñez. El gesto del Padre es el del Dios que se ha enamorado de nuestra pequeñez. Como el Padre Misericordioso que no se aguantó al ver a lo lejos a su Hijo que regresaba y salió abriendo puertas de par en par a recibirlo y abrazarlo, así el Padre del Cielo no se contiene y manifiesta a viva voz su agrado y su satisfacción al ver a su Hijo Amado y Predilecto cumpliendo “toda justicia” y haciéndose bautizar por Juan.
Que se abra el cielo es una imagen para decir que se abre un corazón, el Corazón del Dios uno y trino. Como cuando uno se abre y cuenta sus cosas más íntimas, las que le llenan de satisfacción. Tanto las cosas grandes como las pequeñas…
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