sábado, 25 de mayo de 2019

Reconocer las Huellas de Dios en lo Humano...


Escrito por Mariola López Villanueva RSCJ

El evangelio de Juan nos muestra la vida interior de Jesús, aquella capacidad que le llevaba a amar lo no amable, a incluir a los que eran dejados fuera, a pacificar…, a reconocer las huellas de Dios en lo humano.

Nunca se atribuye a sí mismo ese poder sanador y generador de vida; lo recibe de Otro y va a ser al final cuando lo dé a conocer:"Pediré al Padre que les envíe otro Paráclito que esté con ustedes siempre" (Juan 14, 16). 

Como nuestro Maestro Interior que nos enseñará a dejarnos conducir hacia la bondad, hacia la reconciliación, hacia la donación y la alegría. 

Es el Espíritu el que nos lleva a recordar, a volver a pasar por el corazón las palabras y los modos de Jesús, a dejar que el dinamismo de su amor vaya configurando nuestras vidas. 

Dice Simone Weil: "No es por la forma en que una persona habla de Dios, sino por la forma en que habla de las cosas terrenas, como se puede discernir mejor si su alma ha permanecido en el fuego del amor de Dios. Ahí no es posible ningún engaño. Hay falsas imitaciones del amor de Dios, pero no de la transformación que él realiza en el alma".

SOLO TÚ, JESÚS (Pedro Arrupe, SJ)

Solo Tú, Jesús. Jesús, mi Dios, mi redentor, mi amigo, mi íntimo amigo, mi corazón, mi cariño: aquí vengo, para decirte desde lo más profundo de mi corazón y con la mayor sinceridad y afecto de que soy capaz que no hay nada en el mundo que me atraiga, sino Tú solo, Jesús mío. 
No quiero las cosas del mundo. No quiero consolarme con las criaturas. Solo quiero vaciarme de todo y de mí mismo, para amarte solo a Ti. 
Para Ti, Señor, todo mi corazón, todos sus afectos, todos sus cariños, todas sus delicadezas.

¡Oh Señor!, no me canso de repetirte: nada quiero sino tu amor y tu confianza. 
Te prometo, te juro, Señor, escuchar siempre tus inspiraciones, vivir tu misma vida. 
Háblame muy frecuentemente en el fondo del alma y exígeme mucho, que te juro por tu Corazón hacer siempre lo que tú deseas, por mínimo o costoso que sea. 
¿Cómo voy a poder negarte algo si el único consuelo de mi corazón es esperar que caiga una palabra de tus labios, para satisfacer tus gustos?


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