Al comparar los distintos textos de los Evangelios, se descubre que en el Evangelio de Juan aparece “el niño” como el portador de los pancitos y los pescados, mientras en los Evangelios sinópticos –Mateo, Marcos y Lucas- los que poseían los pancitos y los peces eran los discípulos…
La imagen del niño, en el Ev de Juan, puede abrirnos a este Misterio tan propio del Evangelio: lo poco y lo pequeño, del que hablan los sinópticos:
“Llegó una viuda de condición humilde y colocó dos pequeñas monedas de cobre. Entones él llamó a sus discípulos y les dijo: «Les aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los otros, porque todos han dado de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir” -Mc.12, 42-44-
“Les dijo esta otra parábola: «El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa». -Mt.13, 33-
Y desde acá, entendemos que el Señor no parte de nuestras carencias sino de Su plenitud”. Y es importante darnos cuenta, que el desafío es tener un cambio de mirada ante lo poco y lo pequeño. El Evangelio, nos enseña que la mirada hay que enfocarla:
*Abajo, para “descubrir al niño, portador de los pancitos y los peces” …
* Arriba, como hace Jesús: “que levanta los ojos al cielo y bendice…”
Así en el medio de esas dos miradas acontece el milagro de que lo poco sea mucho…
Por lo tanto, el discernimiento estará en no mirarme a mi y mis carencias, -ya que seguro me entrara la inseguridad- , sino mirar al Señor y su Plenitud, que traerá esa paz que da el saber que “el Padre sabe lo que sus hijos necesitan”…
Otro detalle que puede ayudar es tener en cuenta que detrás de ese niño, habría una mamá y un papá que cargaron su “morralito” para el camino y ante la necesidad común confiaron en el Señor, dándole todo lo que tenían para vivir –ese día- y este gesto de generosidad fermentó como hace “un poco levadura en toda la masa”, haciendo que cada uno pusiera “su poco” para el bien de todos…
Puedo preguntarme:
* ¿Donde pongo mi mirada?
* ¿En las carencias que tengo?
* ¿En la Plenitud del Señor, que toma, bendice, y multiplica “mis pocos”?
Por lo tanto, el discernimiento estará en no mirarme a mi y mis carencias, -ya que seguro me entrara la inseguridad- , sino mirar al Señor y su Plenitud, que traerá esa paz que da el saber que “el Padre sabe lo que sus hijos necesitan”…
Otro detalle que puede ayudar es tener en cuenta que detrás de ese niño, habría una mamá y un papá que cargaron su “morralito” para el camino y ante la necesidad común confiaron en el Señor, dándole todo lo que tenían para vivir –ese día- y este gesto de generosidad fermentó como hace “un poco levadura en toda la masa”, haciendo que cada uno pusiera “su poco” para el bien de todos…
Puedo preguntarme:
* ¿Donde pongo mi mirada?
* ¿En las carencias que tengo?
* ¿En la Plenitud del Señor, que toma, bendice, y multiplica “mis pocos”?
Muchas veces me pregunto por qué no es tanto más fácil poner la mirada con tanto acento en la debilidad personal, en la limitación, en lo "poco" nuestro... Y no nos es igual o más fácil caer en la cuenta de lo mucho que Dios da, bendice, regala, suma y multiplica.
ResponderEliminarNo terminamos de confiar en que es Él quien transforma nuestro poco en mucho; estamos demasiado apoyados en nosotros mismos...
No sé muy bien, me llevo tus preguntas y las mías de ahora. Gracias!