Fuente: el Blog de Miguel Tombilla
Amasar riquezas, llenar graneros, proyectar la vida desde lo que se posee, discutir por repartir herencias, poner por delante de todo y sobre todo el poder. Es decir, a lo que solemos dedicar la mayoría de nuestro tiempo, de nuestras fuerzas, de nuestros deseos.
Pero Jesús nos lleva por otros lugares. No es sólo la amenaza de la muerte y de que la vida no depende de nosotros mismos por mucho que nos empeñemos.
Es vivir la vida desde otros parámetros, desde una existencia diversa en la que lo fundamental no es acumular sino dar.
Dar a manos llenas lo que tenemos porque esa propiedad no es nuestra, porque todo lo que tenemos lo hemos recibido, es más, porque todo lo que somos también lo hemos recibido y gratuitamente.
Este autodonarse es uno de los rasgos fundamentales del Evangelio. Es un vaciarse para llenarse o un llenarse de ese casi nada que lo es todo, de lo minúsculo de un grano de mostaza o de lo sutil de un pabilo vacilante, débil, que no acaba de apagarse en su debilidad.
No es poseer es regalarse...
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