sábado, 30 de noviembre de 2013

1er Domingo de Adviento

ZAQUEO UN ICONO DE ADVIENTO 

Escrito por 
Dolores Aleixandre, rscj

Zaqueo es un personaje del Evangelio de Lucas que en el Ciclo C hace de puente entre el final del año litúrgico y el Adviento. Hay muchas coincidencias de vocabulario entre la escena de Zaqueo y las del nacimiento de Jesús: 

“lo recibió con alegría …”; “les anuncio una gran alegría ”; “ Hoy ha entrado la salvación …” , “Hoy os ha nacido el Salvador …”; “ha ido a hospedarse” (katalúein); “no hubo para ellos sitio en la posada” (kataluma)…

•  Siguiendo la invitación del Adviento, Zaqueo está en vela y a la espera, en contacto con sus propios deseos: “quería ver a Jesús”.

Puede ayudar: Entrar en contacto con mis deseos, preguntarme qué es lo que verdaderamente deseo en este momento de mi vida...
Puedo ponerle a mi deseo alguno de estos calificativos: intenso/ apagado/ vacilante/ ardiente/ débil/disperso/ distraído/ adormecido/ despierto/ inquieto/ anestesiado/ unificado/...

Recordar la convicción de que “todo deseo que no se estructura en tiempos y espacios, termina por desaparecer” (J.A. García)

•  Como en Isaías 2 que evoca la subida a Sión, Zaqueo vive también una subida: su deseo pone en marcha sus pies y busca una altura que le permita superar su pequeñez.

Puede ayudar: Ponerle nombre a mis árboles, a los medios que me ayudan para ver pasar a Jesús…

•  “Cuando Jesús llegó al sitio, alzó la vista…”. Todo el Adviento prepara esa llegada del que viene a nosotros situándose desde abajo y queriendo hospedarse en nuestra casa .

Puede ayudar: Dedicar un tiempo a dejarme mirar por ese Jesús que está abajo, que me llama por mi nombre y me invita a bajar deprisa y a recibirle en mi casa. Acoger las palabras de Pablo: “Dense cuenta del momento en que viven: ya es hora de despertarse del sueño…”
Hay una inmensa desproporción entre el deseo de Zaqueo que “quería ver …” y el de Jesús que quería “quedarse ”.

Acoger la noticia insólita de ese deseo del Señor hacia mí…

•  Como si hubiera escuchado el Salmo: Qué alegría cuando me dijeron: Vamos a la casa del Señor…” Zaqueo pone en marcha sus pies y recibe a Jesús “con alegría”.

Puede ayudar: Preguntarnos a qué concedemos poder para quitarnos la alegría: las dificultades de la misión o de la convivencia, los pequeños fracasos, los límites constatados (por los otros, sobre todo...), las pérdidas de iniciativa o de reconocimiento. Releer esas reacciones a la luz de la extraña promesa e Jesús: “ La alegría que yo les doy no se las puede quitar nadie” (Jn 16,22).

•  En Adviento recordamos que lo propio de Dios es “venir” mientras que lo nuestro es “recibirle”.
Dedicar un rato a “recibir” a cada persona de la comunidad tal como es porque “quien no recibe a sus hermanos a las que ve, no puede recibir a Dios a quien no ve…”

•  “Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres…” Ya lo había avisado Jesús en el texto del Evangelio del Domingo I: el Hijo del Hombre viene “como un ladrón…” Cada nueva llegada del Señor a nuestras vidas tiene consecuencias, nada se queda igual y nuestros “bienes” se ordenan y reorganizan de diferente manera.

Puede ayudar: Hacer recuento de los propios bienes y preguntarnos cómo gestionamos cualidades personales, recursos, capacidades, tiempo… 
  ¿A dónde va a parar “la mitad” que entregamos? 
 ¿Para qué, para quienes o para cuándo guardamos la otra mitad que no        entregamos?          
  ¿Qué nos sentimos llamados a cambiar en este Adviento?

•  “El Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido …”

Puede ayudar: Celebrar y agradecer lo que hay en mí de “ perdida”, pecadora/r, despistada/do y desorientada/do porque esos son mis mejores méritos para ser buscada/do y salvada/do por Jesús y “ revestida de Él”.

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