“El lago, la orilla, las barcas…La muchedumbre amontonándose para escuchar de Jesús la Palabra de Dios.
Los pescadores limpiando las redes. Jesús, de pie, ve. Todo comienza con su mirada. Libre con las cosas y confiado con las personas, sube a la barca y pide a Simón. Como necesitado. Su mirada une, su pedido convoca. La generosidad del pescador puede más que el cansancio, y desde la barca de Simón, Jesús enseña a la multitud.
Cuando todo parece concluido, viene la palabra de Jesús para Simón y los pescadores. Una doble orden los incluye: ¡Navega mas adentro –apártate hacia lo profundo- echen las redes para la pesca! En nombre de todos, Simón afronta el desafío. Respetuosamente expone con realismo el fracaso total del trabajo en común: toda la noche…esforzándonos…nada.
Pero por encima de la humillación, Pedro, se arriesga a confiar y obedece: en tu palabra…Haciendo lo que saben, casi naturalmente, la pesca sobreabunda, el don los colma… Nadie puede solo con el don de Dios…”
MOMENTO CONTEMPLATIVO
Hoy queremos contemplar a Jesús que camina en la orilla del Lago y que me pide subir a la “barca de nuestra vida”…
“En una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios, y él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret. Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían bajado y estaban limpiando las redes. Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca.
Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: «Navega mar adentro, y echen las redes». Simón le respondió: «Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si tú lo dices, echaré las redes». Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse. Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: «Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador». El temor se había apoderado de él y de los que lo acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: «No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres». Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron” –Lc.5, 1-11-
* Lee atentamente el texto y deja que estas palabras inunden tu corazón…
* Deja que Jesús se suba a mi barca…
* Una vez en mi barca, Jesús, me dice: navega mar adentro de tu corazón…
* Le expongo como Pedro con realismo el fracaso total del trabajo en común: toda la noche…esforzándonos…nada.
* Confío en su Palabra…y por encima de la humillación me arriesgo a confiar y obedecer en su palabra… Tiro la red de mis intentos…
* La pesca sobreabunda, el don me colma… ya que nadie puede solo con el don de Dios…, siento mi pequeñez y la comparto con Jesús…
* Me admiro de su don y la confianza que tiene en mí…
* Me dejo enviar…
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