El tiempo de Adviento tiene un carácter penitencial... Es un
tiempo de preparación para la venida del Señor. Los cristianos y cristianas
estamos invitados a renovar nuestra propia vida para acoger a Dios que quiere
volver a poner su tienda entre nosotros. La misión de Juan el Bautista fue
precisamente llamar a sus contemporáneos a preparar los caminos del Señor: “En
su predicación decía: ‘¡Vuélvanse a Dios, porque el reino de los cielos está
cerca!”. Eso mismo nos dice hoy a cada uno de nosotros. Este tiempo, entonces,
es una oportunidad para revisar nuestra vida y reconocer aquellas actitudes que
tenemos que cambiar. Es un tiempo de reforma, de conversión, de cambio.
Es posible que haya dimensiones de nuestra vida que tengamos
que revisar y corregir para que Dios pueda encarnarse de nuevo en nuestra
historia. Dios no nace en el pesebre bien adornado y bonito que organizamos en
nuestras casas. No nace en los pesebres con muchas luces y figuritas que se
elaboran en las parroquias. Mucho menos va a nacer debajo de los arbolitos de
navidad que nada tienen que ver con nuestra tradición cristiana. Dios sólo
puede nacer en un corazón que se prepara para acoger su propuesta y se dispone
a dejarse transformar por el amor. Nuestro corazón es el único pesebre en el
que Dios puede volver nacer de nuevo entre nosotros. Los otros pesebres son
apenas el símbolo de lo que queremos vivir nosotros mismos.
Es posible que nuestro corazón, como el pesebre de Belén, no
sea el lugar más elegante, ni tenga todas las comodidades de un gran palacio.
Es posible que nuestro corazón necesite una limpieza y algunos ajustes para
acoger al Hijo de Dios. Lo importante es que esté dispuesto a recibir la
pequeñez de un Dios que se abaja para rescatarnos. Muy seguramente esto
significará un cambio de rumbo en nuestro camino, una reforma de vida, una
transformación interior. Y, por otra parte, esto tendrá que hacerse visible y
expresarse en comportamientos nuevos de cercanía a los más frágiles, de acogida
a los más débiles, de amor a los más pequeños. No olvidemos tampoco que lo más
importante no son los títulos o las certificaciones. En el cielo nos evaluarán
por los resultados.

No hay comentarios:
Publicar un comentario